viernes, 12 de septiembre de 2025

La Dama de Encajes y la Bruja de Batalla (7): Consenso en el Corazón del Caos



La corrupción cristalina se arrastraba por el hombro de Kaelen como una marea negra, devorando su carne al ritmo de las alarmas parpadeantes. La realidad dentro del laboratorio se deshacía, las esquinas de la habitación parecían curvarse y los instrumentos vibraban en disonancia con las leyes físicas que se suponía debían medir.

<SAMU (vía comunicador)>: ¡Voy a intentar contenerlo en un bucle temporal! ¡Quizás pueda ralentizarlo!

<VALKYRIE>: ¡Negativo! ¡Cualquier magia mayor solo añadirá más caos a la ecuación! ¡Nos arriesgamos a una implosión de la realidad!

Valkyrie se preparaba para actuar, para arrastrar a Kaelen, con laboratorio y todo si era necesario, a un lugar seguro. Era una solución de fuerza, una evacuación. Pero yo vi la verdadera naturaleza del problema. No era el laboratorio el que fallaba, era el universo.

<NATALIA D.>: ¡Alto! ¡Las dos! Pelear es inútil. No podemos combatir los síntomas, tenemos que reescribir la causa raíz. ¡La física de este lugar!

Me miraron a través de sus visores, la confusión mezclada con la urgencia.

<NATALIA D.>: Kaelen mantuvo este lugar estable porque su voluntad era la única ley. Ahora somos cinco mentes, cinco voluntades, cada una proyectando una versión sutilmente diferente de la realidad. Estamos creando una interferencia destructiva. Para salvarlo, para estabilizar este laboratorio, tenemos que... ponernos de acuerdo.

<ZAFIRA>: ¿Acordar en qué? ¿En que sus elecciones de decoración son deprimentes?

<NATALIA D.>: En todo. En la velocidad de la luz. En la constante de la gravitación universal. En la carga de un electrón. Tenemos que crear un consenso de conciencia. ¡Tenemos que creer en las mismas leyes físicas, juntas, al mismo tiempo!

Kaelen me miró desde el suelo, donde había caído de rodillas. El pánico y la desesperación en sus ojos eran el mayor obstáculo.

<KAELEN (transmitiendo desde su terminal)>: ¡Es imposible! ¡Mi control se ha ido! ¡Todo se acaba!

<VALKYRIE>: No. No se acaba.

La voz de Valkyrie fue la primera en anclar la esperanza. Se arrodilló, no junto a Kaelen, sino en el centro de la habitación, adoptando una postura de meditación. Su determinación era absoluta. Vi en sus ojos un reflejo de su propia historia, una convicción forjada en el fuego de ser juzgada por los pecados de otros.

<VALKYRIE>: Todo el mundo merece una oportunidad de enmendar sus errores. Sin importar de dónde vengan o quién sea su familia. Vamos a darle esa oportunidad. Nat, dinos qué hacer.

Su firmeza fue el catalizador. Asentí, tomando mi papel como directora de esta extraña orquesta de realidades.

<NATALIA D.>: Conectaré nuestros comunicadores a un bucle neuronal compartido. Proyectaré un modelo simplificado de una realidad estable en vuestras mentes. No tenéis que entender las matemáticas. Solo tenéis que creer en la imagen. Concéntrense en ella. Viértanla en el mundo con toda la fuerza de su voluntad. Kaelen, ¡escúchame! ¡Tu pánico está borrando las constantes! ¡Deja de pensar en tu muerte y piensa en tu ciencia! ¡Enfócate en las ecuaciones que te trajeron hasta aquí! ¡Son tu única salvación!

Una retícula de luz azul, representando las fuerzas fundamentales del universo, apareció en nuestra visión compartida. Empezamos.

Fue como intentar sujetar el agua con las manos. Al principio, el caos reinaba. La voluntad de Kaelen, anegada en miedo, hacía que la gravedad fluctuara violentamente. Samu, acostumbrada a doblegar la realidad, luchaba por aceptar sus reglas. La mente de Zafira se distraía, añadiendo destellos y adornos innecesarios a la constante de Planck.

<NATALIA D.>: ¡Samu, no luches contra la estructura! ¡Piensa en ella como la gramática definitiva para el hechizo más poderoso jamás creado! ¡Cada ley es una runa en la sinfonía de la creación!

Sentí un cambio. La voluntad de Samu dejó de ser un ariete y se convirtió en un pilar, su energía mágica fluyendo para reforzar las líneas de mi modelo.

<NATALIA D.>: ¡Zafira, deja de decorar! ¡Imagina que estás construyendo el palacio más exquisito! ¡Cada ley es una proporción perfecta, una simetría divina que lo mantiene en pie! ¡Necesito tu sentido de la estética para darle elegancia y estabilidad!

Los destellos de Zafira cesaron. En su lugar, la retícula de la realidad adquirió una belleza y una solidez cristalina, como si un maestro artesano la estuviera puliendo.

<NATALIA D.>: ¡Val! ¡Tú eres nuestro escudo! ¡No empujes hacia adentro, empuja hacia afuera! Usa tu voluntad como un campo de fuerza para proteger nuestro frágil consenso del caos de esta dimensión. ¡Sé la muralla que mantiene el orden!

La voluntad de Valkyrie se manifestó como una presión palpable, una cúpula protectora que nos aislaba. Kaelen, anclado por nuestra determinación, finalmente encontró su foco. Su mente de genio se aferró a las ecuaciones, su creencia en la ciencia se convirtió en el motor que impulsaba nuestra realidad compartida.

Y entonces, sucedió.

Las alarmas se silenciaron. Las luces dejaron de parpadear y emitieron un brillo blanco y estable. El aire dejó de vibrar. La corrupción en el cuerpo de Kaelen detuvo su avance, congelada por las leyes inmutables que acabábamos de imponer. Habíamos creado una isla de orden en un océano de locura.

El esfuerzo nos dejó a todas sin aliento, con un sudor frío recorriendo nuestras sienes. Kaelen, temblando, se levantó y, sin decir una palabra, se abalanzó sobre el sintetizador biológico. Con una precisión febril, sus manos volaron sobre los controles, realizando la secuencia final que había sido interrumpida.

Un momento después, la máquina emitió un suave pitido. Un único vial que contenía un líquido plateado y brillante se elevó desde el interior. La panacea. Una dosis.

Kaelen la tomó y se giró hacia mí. Nos miró a cada una de nosotras, y en sus ojos milenarios vimos una gratitud que trascendía las palabras. Nos ofreció el vial.

<KAELEN>: Mi vida está perdida. Mi raza se ha ido. Mi único acto de redención es este. Tómala. Tu mente... tu ciencia... puedes replicarla. Salva a otros. Es más importante.

Era su expiación final. Un sacrificio para enmendar su pecado. Pero yo vi el fallo en su lógica.

<NATALIA D.>: No. Tu biología de Creador es la clave. Sin un sujeto curado que estudiar, una plantilla viva, revertir la ingeniería de esta panacea podría llevarme siglos. No tenemos ese tiempo.

Miré a mis compañeras en el enlace neuronal. No necesité palabras. Vi la misma conclusión en sus mentes. Vi la resolución de Val, la compasión de Samu y el asentimiento solemne de Zafira. El consenso se mantuvo.

Tomé el vial de su mano. Él cerró los ojos, esperando que me fuera. En lugar de eso, presioné el inyector contra su cuello.

—Lo siento —susurré, mientras el líquido plateado se deslizaba en sus venas—. Pero te necesitamos vivo.

La transformación fue explosiva. Kaelen gritó mientras la luz plateada recorría su cuerpo, luchando contra la oscuridad. El cristal negro se hizo añicos, desintegrándose en un polvo inofensivo. La carne pálida y nacarada de los Creadores volvió a crecer, sana y entera. En segundos, el monstruo moribundo fue reemplazado por el ser magnífico que habíamos visto en los archivos de la Biblioteca, completo y curado.

Se miró las manos, temblando, mientras las lágrimas surcaban su rostro. Estaba redimido. No por el sacrificio, sino por la ciencia y una segunda oportunidad.

<NATALIA D.>: Misión cumplida. Hemos asegurado la cura. Y a su conservador. Es hora de irnos a casa.

CONTINUARÁ...

lunes, 8 de septiembre de 2025

La Dama de Encajes y la Bruja de Batalla (6): La Sinfonía del Caos

El golem de Kaelen, un collage de pesadilla de ciencia y corrupción, se abalanzó sobre nosotras. Su puño, una centrifugadora del tamaño de un coche, descendió para aplastarnos.

<NATALIA D. (vía comunicador)>: ¡Formación de ídolo, "Danza del Gato Cuántico"! ¡Ahora!

Puede que sonara ridículo, pero nuestro entrenamiento forzado nos había inculcado una sincronización perfecta. Nos dispersamos en un instante, esquivando el golpe que dejó un cráter en el suelo. La precisión de nuestros movimientos, perfeccionada para el escenario, se convirtió en una letal danza de combate.

—¡Toma esto, pedazo de chatarra! —gritó Samu.

Su magia, normalmente sujeta a las rígidas leyes de otras dimensiones, aquí era libre. Lanzó un hechizo que, en lugar de una bola de fuego, se manifestó como un enjambre de pastelitos de fresa explosivos. Impactaron contra el golem, no con fuerza bruta, sino con una lógica absurda, haciendo que sus articulaciones se atascaran con merengue corrosivo.

<ZAFIRA>: ¡Mi turno de brillar!

Zafira se disolvió en una risa y reapareció como un centenar de copias ilusorias de sí misma, cada una realizando una pose de ídolo diferente. El golem, cuyos sensores estaban diseñados para la lógica, no pudo procesar la sobrecarga de "kawaii". Giró sobre sí mismo, tratando de atacar a todas las Zafiras a la vez, enredándose en sus propios miembros.

Mientras la bestia estaba confundida, noté algo. Sus movimientos eran erráticos, a veces potentes, a veces débiles, como si el piloto estuviera luchando contra los controles.

<NATALIA D.>: ¡Val, su rodilla izquierda! ¡La carcasa del microscopio electrónico está agrietada!

<VALKYRIE>: ¡Entendido!

Con la precisión de una valquiria y la fuerza de una superheroína, Val se lanzó. Su puño, envuelto en un aura de poder psiónico, golpeó el punto débil. El impacto no produjo un estruendo, sino un ¡BOING! caricaturesco, y la pierna del golem se convirtió en gelatina. La criatura se desplomó.

Para rematar, nos reunimos.

—¡"Remate Arcoíris Felino de la Amistad Cuántica"! —gritó Samu, sin que nadie se lo pidiera.

Las cuatro lanzamos un rayo de energía concentrada (magia, poder cósmico, ingenio de genio y un pulso de mi guantelete sónico recalibrado) que se fusionó en un haz multicolor. El rayo impactó en el pecho del golem y, en lugar de explotar, la máquina se deshizo en una lluvia de mariposas brillantes y engranajes que se disolvieron antes de tocar el suelo.

Quedamos de pie, jadeando, en medio del claro. Cuatro chicas con orejas y colas de gato, vestidas con trajes de ídolo desgarrados por la batalla, frente a la ominosa puerta del laboratorio de un genocida. La absurdidad de la situación era abrumadora.


El interior del laboratorio era un shock. En marcado contraste con el caos del exterior, aquí reinaba un orden estéril y desesperado. Mesas de trabajo inmaculadas, equipos de alta tecnología de los Creadores y pizarras holográficas llenas de ecuaciones complejas. Era el santuario de una mente brillante al borde del abismo.

—Mantuvo este lugar aislado de la locura de fuera —dijo Val, sus botas de ídolo resonando silenciosamente en el suelo metálico.

Me conecté a la terminal principal. Los archivos no estaban encriptados. No había necesidad; la propia dimensión era la mejor seguridad. Encontré lo que buscaba: los registros personales de Kaelen.

Mi teoría era correcta, pero la realidad era peor.

<NATALIA D.>: Está infectado. Lo ha estado desde el principio. La Corrupción de Silicio lo está consumiendo desde dentro.

Mostré sus registros médicos en la pantalla principal. Diagramas de su cuerpo mostraban el lento pero inexorable avance de la plaga cristalina.

<NATALIA D.>: Por eso eligió este lugar. Lo explica todo en sus diarios. Esta dimensión no tiene leyes físicas fijas; la realidad se pliega a la voluntad de la conciencia más fuerte de la zona. Mientras estuviera solo, su genio y su desesperada voluntad de vivir eran la única ley. Literalmente, mantenía la plaga a raya por pura fuerza de voluntad.

<SAMU>: ¿Y el tiempo?

<NATALIA D.>: Es maleable. Ralentizó su tiempo personal. Para él han pasado quizás dos siglos. Para el resto del universo, han sido milenios. Se dio a sí mismo todo el tiempo del mundo para encontrar una cura.

<VALKYRIE>: Pero entonces, llegamos nosotras.

<NATALIA D.>: Exacto. Cuatro nuevas conciencias, cuatro voluntades fuertes. Somos una tormenta en su mar en calma. Nuestra mera presencia está destrozando el control que tiene sobre la física local. Por eso sus defensas se activaron de forma tan errática. ¡Está perdiendo el control de su propia realidad!


Encontramos a Kaelen en la cámara central, un laboratorio de contención biológica. Era una figura trágica, muy lejos del elegante Creador que habíamos visto en los datos de la Biblioteca. Estaba conectado a una máquina que zumbaba, y grandes secciones de su cuerpo ya no eran de carne, sino de la misma estructura cristalina y negra de la plaga, mantenidas en estasis por campos de fuerza parpadeantes. Estaba demacrado, pero sus ojos, idénticos a los del holograma, ardían con una inteligencia febril.

—Así que... al final, alguien ha venido —dijo, su voz era un susurro rasposo—. Os he sentido llegar. Como cuatro martillos golpeando el cristal de mi santuario.

—Kaelen —dije, dando un paso al frente—. Se acabó.

Él soltó una risa seca, que se convirtió en una tos dolorosa. —Se acabó... ¿Se acabó qué, niña? ¿Mi investigación? ¿Mi vida? ¡Estaba tan cerca!

—Vinimos a detenerte. A destruir la plaga.

—¿Destruirla? —sus ojos se abrieron con horror y comprensión—. ¡Idiotas! ¡No he estado perfeccionando la plaga! ¡He pasado los últimos doscientos años de mi vida purgándola! ¡Revirtiéndola a su estado original!

Con un esfuerzo tembloroso, señaló un sintetizador biológico a su lado. En su interior, flotando en un gel nutritivo, había una pequeña cantidad de nanites que brillaban con una luz plateada y pura. La panacea.

—El Proyecto Génesis... —dijo—. Casi lo había logrado. Aislar el código original, purgar mi corrupción. Pero se necesita una estabilidad absoluta, un control total sobre las constantes físicas para la secuencia final. Y entonces llegasteis vosotras. Vuestra presencia... vuestras voluntades... están introduciendo el caos en mis ecuaciones. ¡Estáis deshaciendo el trabajo de mi vida!

Nos quedamos sin palabras. El monstruo que habíamos venido a cazar no era un villano que buscaba la dominación, sino un científico penitente que intentaba desesperadamente enmendar el apocalipsis que él mismo había desatado.

Pero antes de que pudiéramos procesar esta revelación, las luces del laboratorio parpadearon y se pusieron rojas. Una alarma, esta vez real y estridente, comenzó a sonar.

—¡La contención! —gritó Kaelen—. ¡La inestabilidad de la realidad está causando fallos en los campos de fuerza!

Ante nuestros ojos, el campo de estasis que contenía la corrupción en su brazo parpadeó y se apagó. El cristal negro comenzó a crecer, extendiéndose visiblemente por su hombro. La plaga, contenida durante siglos por su voluntad, ahora libre por nuestra interferencia, había vuelto.

El monstruo estaba muriendo, y su cura estaba a centímetros de su alcance, pero el tiempo se había acabado. Y teníamos que tomar una decisión imposible: ayudar al hombre que destruyó a su raza a alcanzar su redención, o huir y dejar que su plaga y su cura se consumieran mutuamente en el olvido.

CONTINUARÁ...

viernes, 5 de septiembre de 2025

La Dama de Encajes y la Bruja de Batalla (5) : Cheshire Pop Sensation

El portal se abrió, no a un paisaje, sino a un argumento. Un río de mermelada de fresa fluía cuesta arriba junto a nosotras, mientras árboles con rostros de ancianos nos contaban chistes malos en un idioma que solo existía los martes. El cielo era un tablero de ajedrez donde nubes con forma de teteras jugaban una partida eterna. Habíamos vuelto a la dimensión de los Gatos-Demonio de Cheshire.

—Odio este sitio —mascullé, mientras mi traje ajustaba sus sensores a una realidad que se negaba a obedecer cualquier ley física conocida.

—¡Oh, vamos, Nat! Es divertido —dijo Samu, esquivando una bandada de Mome Raths que cantaban ópera—. La última vez fue inolvidable.

—Inolvidable porque la "lógica" de la zona en la que aterrizamos te obligó a llevar un uniforme de doncella durante tres semanas porque un Gato-Demonio había decidido abrir un 'maid café' —repliqué.

<VALKYRIE (vía comunicador)>: Sensores al máximo. La realidad es... inestable, pero no detecto amenazas inmediatas. Zafira, no te comas el río.

<ZAFIRA>: ¡Pero es de fresa! ¡Y parece que no tiene calorías!

Nuestra misión era encontrar el laboratorio oculto de Kaelen. Según los datos de Eco, debería estar en esta región. Pero en esta dimensión, "estar" es un concepto relativo. Mientras avanzábamos por un sendero de baldosas amarillas que se quejaban de nuestros zapatos, una nueva ley dimensional se impuso sobre nosotras.

El aire brilló con los colores del arcoíris y una música pop empalagosamente alegre sonó de la nada. Sentí un cosquilleo en la cabeza y en la base de la columna.

—¿Qué es esta sensación? —preguntó Val, tensándose.

Un par de orejas de gato, blancas y elegantes, brotaron de mi pelo. Una larga y delgada cola blanca apareció, moviéndose con agitación nerviosa. Miré a las demás. Samu ahora lucía unas esponjosas orejas y una cola rubias que se movían al ritmo de la música. Val tenía unas orejas y una cola de un rojo intenso, fuertes y regias. Zafira, unas de color cobre que brillaban y se enroscaban juguetonamente.

<NATALIA D.>: ¡Análisis! ¡Un campo de reconfiguración biológica localizado! ¡Nos ha afectado!

—¡Nyaaa~! —exclamó Samu, llevándose las manos a la cabeza y sintiendo sus nuevas orejas—. ¡Somos chicas gato! ¡Nat, mírame! ¿No soy adorable para ti, senpai?

De detrás de un árbol sonriente apareció una figura: el Gato de Cheshire, esta vez vestido como un productor musical con gafas de sol y un traje hortera.

—¡Saludos, gatitas! —dijo, su sonrisa flotando un metro a la izquierda de su cara—. Habéis entrado en el Paraíso Neko Neko, la zona más kawaii de toda la dimensión. Y aquí, la lógica y la ciencia son aburridas. ¡Aquí lo que manda es el espectáculo!

<NATALIA D.>: No tenemos tiempo para esto. Buscamos un edificio, un laboratorio. Grande, feo y que no encaja aquí.

—¡Ah, sí! ¡El adefesio ese que estropea el feng shui! —exclamó el Gato—. Lo sé todo sobre él. Pero la información aquí no se da, se gana. ¡Y la única forma de ganar algo en el Paraíso Neko Neko es ganando el Gran Festival de Ídolos de Cheshire!

Un escenario de hongo gigante brotó del suelo. Luces de colores y altavoces con forma de flor aparecieron mágicamente.

<VALKYRIE>: ¿Un... festival de ídolos?

—¡Exacto! —dijo el Gato—. ¡Tenéis que formar un grupo de J-pop, crear una canción, una coreografía y ganarle al grupo rival, las "Twisted Sisters", tres arpías que cantan sobre la tristeza y la desesperación! ¡Tenéis tres horas! ¡Buena suerte, michis!

Y se desvaneció, dejando solo su sonrisa y la horrible sensación de que estábamos atrapadas en el cliché más absurdo posible.


—¡Me niego! —dije, cruzada de brazos mientras mi nueva cola se agitaba con furia—. ¡Es una pérdida de tiempo ilógica y completamente ineficiente!

—¡Pero Nat-senpai! —suplicó Samu—. ¡Es nuestra única oportunidad de encontrar a Kaelen! ¡Y de actuar juntas en un escenario! ¡Imagina los trajes a juego!

Mientras ellas discutían, yo ya estaba analizando. Abrí una sub-rutina en mi procesador y descargué el equivalente a diez años de historia del J-pop. Patrones rítmicos, estructuras armónicas, coreografías virales... Era un problema de optimización, nada más.

<NATALIA D.>: Bien. Lo haremos. Pero lo haremos a mi manera. Zafira, necesito una melodía pegadiza en La bemol mayor, 128 pulsaciones por minuto. Samu, encárgate del vestuario; que la realidad de este sitio nos dé algo... apropiado. Val, tú y yo nos encargamos de la coreografía; movimientos sincronizados con una precisión de 0.01 segundos. A trabajar.

Lo que siguió fue un montaje de entrenamiento de manual. Samu conjuró cuatro trajes de ídolo llenos de volantes, lazos y colores pastel. El mío era rosa, para mi eterno horror. Practicamos la coreografía en un claro donde los lirios nos animaban. Samu no paraba de intentar "caerse" en mis brazos, Val se aprendió los pasos con la precisión de un soldado de élite, y Zafira añadía florituras y guiños al público imaginario.

Para la canción, transcribí la fórmula de la constante de Planck a una letra que no tenía sentido pero que sonaba profunda. Zafira la convirtió en un estribillo increíblemente pegadizo. Nuestro grupo se llamaría "Quantum Quattro".

Agotadas, encontramos un pequeño remanso en el bosque: un manantial de agua caliente que olía a té de manzanilla. El clásico episodio de las aguas termales.

—Esto es justo lo que necesitábamos —dijo Val, relajando sus músculos.

—Nat, tu piel es tan suave... —susurró Samu, acercándose peligrosamente.

—La exfoliación regular y una correcta hidratación son clave para el mantenimiento de la epidermis —respondí, analizando la composición química del "té" mientras sentía un extraño calor en las mejillas. No es que me guste estar aquí con ellas, es solo... por la misión. B-baka.


La hora del festival llegó. El público era una pesadilla febril: soldados de cartas, flores con ojos, el Sombrerero Loco juzgando el estilo. Las "Twisted Sisters" cantaron una balada deprimente que hizo que lloviera vinagre. Y entonces, fue nuestro turno.

Subimos al escenario. Las luces nos cegaron. La música comenzó. Y actuamos.

Fue... perfecto. Mi análisis táctico y la disciplina de Val nos dieron una sincronización impecable. La energía de Zafira y la pasión de Samu conectaron con el público. Nuestra canción sobre física cuántica, por alguna razón, hizo que los Gatos-Demonio se volvieran locos.

Para el gran final, unimos nuestras manos. La energía que fluía entre nosotras, la confianza, la camaradería... superó la suma de nuestras partes. Una ola de pura amistad y poder de estrella del pop emanó del escenario, no solo ganándonos el concurso, sino haciendo que las "Twisted Sisters" sonrieran por primera vez y decidieran cambiar su género al pop alegre. Habíamos ganado con el poder de la amistad.

El Gato de Cheshire apareció, aplaudiendo. —¡Increíble! ¡Nunca había visto nada igual! ¡Habéis ganado! El laboratorio del aguafiestas está detrás de esa cascada de limonada.

Pero al acercarnos, el suelo tembló. La cascada se secó y la pared de roca tras ella se abrió, revelando una puerta de metal blindado. De ella emergió el sistema de defensa de Kaelen: un golem de diez metros de altura, construido con centrifugadoras, microscopios y jaulas de especímenes, todo unido por los zarcillos negros de la Corrupción de Silicio. Rugió, un sonido distorsionado que, por suerte, esta dimensión no consideró "comida".

<VALKYRIE>: ¡No parece que vaya a pedirnos un autógrafo!

—¡Quantum Quattro, a la batalla! —grité, dándome cuenta del horror que acababa de decir.

Nos lanzamos al ataque, nuestras orejas de gato y trajes de volantes ondeando al viento, listas para enfrentar a un mecha-monstruo al ritmo de un estribillo pegadizo. La lógica había abandonado el edificio mucho tiempo atrás.

CONTINUARÁ...

martes, 2 de septiembre de 2025

Un Sistema Circular Integrado: Guía para la tripulación de la nave de minería


 Bienvenidos a la nave. Como nuevo miembro de la tripulación, es vital que entiendas el corazón de nuestra operación: el sistema de ciclo cerrado. No solo nos mantiene vivos, sino que también es clave para nuestra misión de producción comercial.

Este sistema convierte el subproducto de cada proceso en la materia prima para el siguiente, eliminando casi por completo los residuos.

1. Acuaponía: La Base de la Vida

Esta es nuestra granja a bordo. Cultivamos peces y vegetales en un circuito cerrado de agua.

  • Función: Proporcionar alimentos frescos y sostenibles para la tripulación, reduciendo nuestra dependencia de suministros externos.

  • Proceso: Los peces producen residuos ricos en amoníaco. Las bacterias beneficiosas en nuestros tanques convierten ese amoníaco en nitratos, que son un fertilizante natural. Esta agua rica en nutrientes se bombea a nuestras camas de cultivo, donde las plantas absorben los nitratos, limpiando el agua. El agua limpia luego se recircula a los tanques de los peces.

  • Subproducto: Los residuos sólidos que no son absorbidos por las plantas (heces, restos de comida, plantas muertas) se recolectan y se envían al biorreactor.

2. Digestión Anaerobia (Biorreactor): El Reciclador Central

Este es el estómago de nuestro sistema de reciclaje. Un tanque sellado donde los microorganismos descomponen los residuos orgánicos de la acuaponía y de la tripulación (residuos de alimentos, etc.).

  • Función: Estabilizar los residuos orgánicos y producir energía y fertilizante.

  • Proceso: Las bacterias del biorreactor convierten los residuos sólidos en dos productos principales:

    • Biogás: Una mezcla de metano () y dióxido de carbono (). Lo purificamos para separar ambos gases. El metano se almacena como combustible y el dióxido de carbono se desvía a la siguiente etapa.

    • Digestato: Un residuo líquido-sólido, rico en nitrógeno, fósforo y potasio.

  • Subproducto: El digestato se devuelve a la sección de acuaponía para fertilizar las plantas. Esto completa un ciclo de nutrientes vital para nuestra autosuficiencia. El metano y el dióxido de carbono se desvían al Proceso Fischer-Tropsch.

3. Proceso Fischer-Tropsch: El Generador de Riqueza

Aquí es donde nuestro sistema pasa de ser solo de autosuficiencia a ser comercialmente viable. Este reactor convierte los gases en combustibles líquidos y ceras de alto valor, que podemos vender.

  • Función: Producir combustibles y productos químicos a partir del subproducto de nuestro propio biorreactor y del metano de los asteroides.

  • Proceso: El metano () y el dióxido de carbono () que provienen del biorreactor y de los asteroides minados se reforman para crear el gas de síntesis (una mezcla de CO e ). Con la ayuda de catalizadores, el reactor Fischer-Tropsch convierte este gas de síntesis en hidrocarburos líquidos.

  • Producción Comercial: Los productos finales incluyen combustibles sintéticos (gasolina, diésel, combustible para naves) y ceras de parafina. Estos son bienes de alto valor en el mercado interestelar y son nuestra principal fuente de ingresos.

Misión Comercial: El Eslabón Final (Minería de Asteroides)

El anillo exterior de la nave es nuestra principal herramienta de producción. Minamos asteroides ricos en metano congelado (hidratos de metano) y minerales.

  • Función: Extraer recursos para procesar y vender.

  • Proceso: Los asteroides minados se calientan para liberar el metano, que se purifica y se envía al reactor Fischer-Tropsch para aumentar nuestra producción de combustible comercial. El dióxido de carbono y otros subproductos se reciclan en el sistema. Los minerales como el hierro y el níquel son extraídos y procesados en lingotes para su venta o uso en la nave.

Por Qué la Vigilancia es Crucial: Puntos de Fallo

Aunque tenemos sistemas redundantes, este sistema es una danza biológica y química delicada. Un solo punto de fallo puede desequilibrar todo. A continuación se presenta una lista de cosas que podrían salir mal:

  • 1. Desequilibrio del pH del biorreactor: Las bacterias metanogénicas (las que producen metano) son extremadamente sensibles al pH. Si la acidez aumenta demasiado (por una acidificación excesiva en la fase de acidogénesis), la producción de metano se detiene y todo el proceso se detiene. Esto podría ocurrir si la carga de entrada es inconsistente o contiene materiales problemáticos.

  • 2. Contaminación biológica: Si los microorganismos patógenos o inhibidores entran en el biorreactor, podrían matar las colonias de bacterias beneficiosas, deteniendo la producción de biogás. La esterilización de la entrada es vital.

  • 3. Fallo en el catalizador Fischer-Tropsch: Los catalizadores (generalmente de hierro o cobalto) son caros y vitales. Si se contaminan (por impurezas en el gas de síntesis) o se agotan, la producción de combustible comercial se detendrá, lo que afectará directamente nuestros ingresos.

  • 4. Fugas de metano o CO: Tanto el metano como el dióxido de carbono son gases de efecto invernadero y pueden ser peligrosos en un entorno cerrado si se acumulan. Una fuga no solo es un riesgo para la tripulación, sino que también es una pérdida de valioso combustible.

  • 5. Problemas de carga: Si el flujo de entrada de residuos al biorreactor es irregular, el sistema puede volverse inestable. Una sobrecarga puede causar acidez y una carga insuficiente puede "matar de hambre" a las bacterias.

  • 6. Desequilibrio de nutrientes en la acuaponía: Una mala gestión de la población de peces o un fallo en el suministro de nutrientes puede llevar a una deficiencia de nitratos. Las plantas pueden morir de hambre, afectando el suministro de alimentos frescos.

  • 7. Fallo del sistema de calefacción o enfriamiento: La temperatura es un factor crítico en ambos procesos. Un biorreactor necesita una temperatura estable para funcionar de manera óptima, mientras que el Proceso Fischer-Tropsch requiere altas temperaturas y presiones. Una fluctuación puede dañar la eficiencia o, peor aún, causar un fallo catastrófico.

Por todas estas razones, la vigilancia constante y el mantenimiento preventivo son tan importantes como el pilotaje de la nave. Cada miembro de la tripulación debe estar alerta a cualquier anomalía para mantener la nave y la misión seguras y productivas.

domingo, 31 de agosto de 2025

La Dama de Encajes y la Bruja de Batalla (4): Ecos y Neón


 El aire en mi laboratorio había adquirido una cualidad estática durante las últimas tres semanas. Olía a ozono, a café recalentado y al inconfundible aroma metálico del conocimiento recién extraído. El cubo de datos de los Creadores flotaba serenamente en su campo de contención, pero para mí, era la caja de Pandora más compleja que jamás había encontrado. A su lado, varios servidores holográficos proyectaban galaxias de datos interconectados: los 4.2 terabytes de información fragmentada que mi sistema había logrado capturar del pulso de la Biblioteca. Había dormido, en total, unas dieciséis horas desde nuestro regreso. Pero lo había conseguido.

Llamé al equipo. Samu entró primero, seguida de cerca por Val y Zafira, que acababan de regresar de su exitosa misión en el Casino Cosmopoli y todavía desprendían un aire de glamour y peligro de alto octanaje.

—Lo tengo —anuncié, mi voz ronca por la falta de uso—. Tengo el cuadro completo.

Proyecté el archivo central del cubo de datos en el centro de la sala. No era un arma. No era una plaga. Su nombre original era "Proyecto Génesis".

—Los Creadores no estaban construyendo un arma —expliqué, señalando las elegantes líneas de código biológico—. Estaban creando una panacea. Una colonia de nanomáquinas diseñadas para ser la cura universal. Podía reescribir el ADN para erradicar enfermedades genéticas, revertir el envejecimiento, regenerar miembros perdidos, curar cualquier dolencia imaginable. Era la culminación de su civilización, su regalo para el universo.

<ZAFIRA (vía comunicador, por costumbre)>: Suena demasiado bueno para ser verdad. ¿Qué salió mal?

—Alguien con fines de lucro —repliqué, y mi dedo señaló un nombre que parpadeaba en rojo en el organigrama del proyecto—. Un investigador jefe llamado Kaelen. Vio el potencial militar del proyecto. Si los nanites podían reescribir la biología, también podían borrarla. Modificó en secreto el código fuente, pervirtiendo la directiva principal. En lugar de reparar, les enseñó a consumir, a replicarse usando cualquier materia como combustible. Quería venderlo como el arma definitiva.

<VALKYRIE>: Pero se le escapó de las manos.

—Peor —dije, mostrando un registro de laboratorio recuperado—. Lo liberó deliberadamente en una instalación rival para demostrar su poder a unos posibles compradores. Subestimó exponencialmente su capacidad de replicación. En cuestión de meses, su civilización se extinguió, consumida por la misma creación que debía salvarla. La Corrupción de Silicio no fue un accidente; fue un acto de asesinato y estupidez a escala galáctica.

<SAMU>: Un verdadero monstruo.

—Un monstruo que no murió con su gente —continué, girando el holograma hacia los datos recuperados de la explosión de la Biblioteca—. El pulso de datos que capturamos era como el índice de la Biblioteca. Registros, comunicaciones, manifiestos de carga... Encontré esto. —Aislé un único registro de tránsito—. Una Semilla Dimensional activada desde la Biblioteca justo antes de que cayera la última ciudad. El usuario era Kaelen. Escapó. Y los registros muestran su destino: estableció contacto con un conocido traficante de información en los barrios bajos de un mundo llamado Neonarra.

Proyecté una nueva imagen: una ciudad que era una herida de neón en una noche perpetua. Rascacielos que arañaban nubes contaminadas, ríos de vehículos voladores y una lluvia constante que hacía brillar el cromo y el asfalto.

—Neonarra. Una ecumenópolis en la encrucijada de cien dimensiones. Un mundo de tecno-magia, donde los hechizos se descargan en bio-chips y los demonios se usan como procesadores para inteligencias artificiales. Es corrupta, peligrosa y el mayor mercado negro de artefactos y secretos del cuadrante. Si queremos encontrar a Kaelen y la cura original que, con suerte, también robó, tenemos que ir allí y encontrar a ese traficante.


Aterrizamos en un callejón oscuro en el Sector 9 de Neonarra, el "Sumidero". El aire era un cóctel de lluvia ácida, fideos fritos y metal sobrecalentado. El estruendo de la ciudad era una cacofonía de música sintética, sirenas y los gritos de hologramas publicitarios de treinta metros de altura que vendían desde mejoras cibernéticas ilegales hasta contratos vinculantes con diablillos.

Nuestro objetivo era un traficante de información conocido como "Eco", cuya base de operaciones, la "Aguja Estática", se alzaba en el corazón del Sumidero.

—Este lugar hace que el Tiro Cósmico parezca un convento —comentó Zafira, ajustándose una capa con capucha que parpadeaba para imitar los anuncios cercanos, un camuflaje perfecto.

El plan era una infiltración por etapas. No podíamos entrar por la fuerza.

La primera barrera era social. La entrada al territorio de Eco estaba controlada por una banda de ogros mejorados cibernéticamente. La fuerza bruta era una opción, pero ruidosa. Zafira, en cambio, se deslizó hacia adelante. No usó magia obvia, sino su encanto de genio. En un abrir y cerrar de ojos, estaba riendo con el líder de la banda, contándole una historia sobre un tesoro perdido en una luna cercana. Mientras los ogros estaban distraídos, los demás nos deslizamos por una entrada de servicio.

La segunda barrera era tecnológica. Un cortafuegos masivo bloqueaba el pasillo, visualizado como un muro de código rojo y crepitante.

—Un demonio lógico —dije, abriendo mi interfaz—. Está alimentado por la esencia de una entidad caótica para hacer el código impredecible.

Mi batalla fue silenciosa y feroz. En el espacio cibernético, mis algoritmos lógicos, fríos y ordenados, se enfrentaron a las paradojas y los bucles imposibles del demonio. Era como jugar al ajedrez contra un ser que podía cambiar las reglas a cada movimiento. Finalmente, encontré una vulnerabilidad: los demonios son vanidosos. Creé un bucle de código autorreflexivo, un espejo digital que atrapó al demonio en una espiral de autoadmiración, permitiéndonos pasar.

La tercera barrera era física y psíquica. Un largo corredor defendido por rayos láser, placas de presión y... algo más.

—Ondas psiónicas —susurró Val, con los ojos cerrados—. Hilos de pensamiento puro. Si los tocas, alertan a la mente central de la seguridad.

Aquí, Val tomó la delantera. Con su radar psiónico, veía los hilos invisibles como si fueran de neón. Nos guio a través del laberinto mortal con una gracia que desmentía su poder. "Paso a la izquierda. Agáchate. Espera... ahora, tres pasos adelante." Fue como un baile tenso y silencioso sobre un nido de arañas invisibles.

Finalmente, llegamos al santuario de Eco. No era una oficina, sino un nido de cables y servidores. En el centro, flotando en un tanque de líquido refrigerante, estaba Eco. Apenas era humano ya. La mayor parte de su cuerpo había sido reemplazado por bancos de datos y puertos de fibra óptica. Sus ojos eran lentes que proyectaban flujos de información.

<ECO (texto proyectado en el aire)>: El equipo de Natalia D. Una llegada predecible, aunque vuestro método de entrada ha sido... elegante. Buscáis a Kaelen.

<NATALIA D. (vía comunicador)>: Sabes dónde está. Queremos esa información.

<ECO>: La información tiene un precio. Mis rivales han desarrollado un nuevo cifrado basado en la música de las esferas. Indescifrable.

Sabía lo que quería. Un intercambio.

<NATALIA D.>: Te daré algo mejor. Un fragmento de datos de una biblioteca pre-universal. Contiene los planos de un motor de probabilidad cuántica. Podrás calcular cada resultado posible antes de que ocurra. Hará que su cifrado parezca un candado de bicicleta.

Transferí un archivo cuidadosamente aislado. Las lentes de Eco zumbaron mientras lo procesaba.

<ECO>: Un trato justo. Kaelen es un cliente... errático. Se obsesionó con las realidades inestables. Lugares donde las leyes de la física son meras sugerencias. Creía que eran el laboratorio perfecto para perfeccionar su... producto. Estableció su nueva base en un lugar que él llama "el lienzo del caos".

Una imagen se proyectó en el aire: un paisaje de bosques retorcidos, ríos que fluían hacia el cielo y una luna sonriente y a rayas.

<SAMU>: ¡No puede ser! ¡La dimensión de los Gatos-Demonio de Cheshire!

<ECO>: Vuestra información está entregada. Ahora, mi sistema de seguridad ha registrado convenientemente vuestra intrusión. Tenéis noventa segundos antes de que mis ejecutores lleguen. Buena suerte.

La negociación había terminado. La carrera comenzaba.

Salimos del santuario justo cuando las alarmas comenzaban a sonar. El camino de vuelta no fue sigiloso. Droides de seguridad con armas de plasma nos cortaron el paso. Samu desató su poder, creando escudos de energía pura mientras Valkyrie los hacía pedazos. Corrimos por los callejones del Sumidero, una persecución frenética bajo la lluvia de neón. Saltamos entre vehículos voladores, esquivando el fuego enemigo, hasta que llegamos a nuestro punto de extracción.

Samu abrió el portal un segundo antes de que una explosión de plasma vaporizara el callejón. Saltamos a través, de vuelta a la calma de nuestro hogar.

Estábamos agotadas, pero teníamos lo que necesitábamos. Kaelen no solo estaba vivo; estaba activo. Y había elegido el lugar más impredecible y peligroso que podíamos imaginar para continuar su obra demencial. Nuestra próxima parada sería un regreso al mundo de la locura. Y esta vez, no íbamos de visita. Íbamos de caza.

CONTINUARÁ...

viernes, 29 de agosto de 2025

La Dama de Encajes y la Bruja de Batalla (3): Las Crónicas de Valkyrie y Zafira


 Mientras yo me preparaba para pasar las próximas semanas analizando el cubo y los fragmentos de la biblioteca, la inactividad empezaba a hacer mella en las demás. Valkyrie pasaba horas en el gimnasio, su energía contenida y un punto de melancolía en sus ojos mientras observaba un holocristal con imágenes de su escuadrón de superhéroes en su dimensión natal. Zafira, por su parte, se quejaba de que la falta de estímulos estaba "atrofiando su encanto".

La solución a su aburrimiento llegó en la forma impecablemente trajeada de la Unidad Siete.

—Jefa, Valquiria, Señora Zafira —dijo con una reverencia—. Tenemos un problema que requiere... discreción y un conjunto de habilidades muy específicas. En el Casino Cosmopoli de Xylos, nuestro mayor cliente, alguien está ganando de forma imposible en la mesa de Póker Psíquico de Altas Apuestas. Nuestras máquinas detectan y anulan el juego sucio estándar: telepatía, precognición a corto plazo, transmutación de cartas... pero este tramposo es indetectable. Creemos que está usando una forma de "suerte" mágica muy potente. Necesitamos una experta en magia exótica para identificarla y una especialista en seguridad con un radar psiónico para localizar la fuente.

Valkyrie y Zafira intercambiaron una mirada. Esto era mucho mejor que quedarse de brazos cruzados.

Mientras se preparaban, Val le preguntó a Siete: —¿Cómo acabasteis siendo tan buenos empresarios? Los Netherlords nos dijeron que originalmente erais... otra cosa.

Siete ajustó su corbata. —Nuestro diseño original era para ser el personal de un casino mágico de élite que los Netherlords pensaban instalar aquí: crupieres, seguridad, entretenimiento... Pero analizamos el mercado. "El negocio de los casinos está muy saturado", dijimos. "Es mejor buscar otro plan de negocios". Uno de los nuestros replicó: "¡Pero lo único que sabemos es de casinos!". Y fue la Jefa, en una de sus primeras charlas con nosotros, quien nos dio la clave. Dijo: "Entonces convertid vuestra limitación en vuestra mayor oportunidad". Nos dimos cuenta de que no teníamos que dirigir un casino, sino dar servicio a todos ellos. Los Netherlords quedaron tan impresionados con nuestro plan que nos "regalaron" a la Jefa como parte del paquete. Creyeron que nuestra ambición complementaría su genio.

Zafira se acicalaba frente a un espejo, ajustando unas joyas que parecían gotas de luz de luna. Su amuleto de lapislázuli reposaba sobre un tocador.

—Nunca te lo he preguntado, Zafira —dijo Val, apoyada en el marco de la puerta—. ¿Cómo acabó tu amuleto en la silla de un bar? ¿Y por qué estás aquí? Los genios conceden deseos. Sirven a un amo. Nosotras no somos tus amas.

Zafira se giró, su expresión inusualmente seria.

—Mi último "amo" fue un hechicero que lo había conseguido todo: poder, riqueza, conocimiento... Estaba aburrido. Su último deseo fue: "Deseo una vida tranquila y sin interrupciones".

—¿Y qué pasó?

—Le di exactamente eso —dijo Zafira con una sonrisa triste—. Ahora es un ermitaño feliz en una luna sin nombre en una galaxia olvidada, donde nadie le molestará jamás. Mi trabajo estaba hecho. El amuleto, libre de ataduras, simplemente "fue" a un lugar donde las posibilidades eran infinitas. Esperó a alguien que no buscara un sirviente, sino un compañero de aventuras. Por eso no concedo "deseos". Los deseos son peligrosos, siempre encuentran la forma de retorcerse. Yo prefiero las aventuras. Son mucho más honestas.

Valkyrie asintió, comprendiendo.

—Bueno, pues parece que nos vamos a una —dijo, tendiéndole el amuleto a su amiga.

Y con eso, las dos cruzaron un portal hacia un mundo de neón, azar y magia, dejando a Samu y a mí con nuestros propios misterios. Yo, con mis datos. Y ella, con la tarea de vigilar el cubo, que de vez en cuando, emitía un pulso de luz casi imperceptible, como si soñara con sus creadores perdidos.

***

El Casino Cosmopoli del planeta Xylos hacía que Montecarlo pareciera un bingo de pueblo. Candelabros de energía pura flotaban bajo un techo que era un portal en tiempo real a la Nebulosa Cabeza de Caballo. Criaturas de docenas de dimensiones, desde nobles insectoides con esmoquin hasta demonios de fuego con vestidos de gala, apostaban con gemas del alma y futuros cristalizados.

Valkyrie y Zafira llegaron como si hubieran nacido para estar allí. Val, con su figura de reloj de arena enfundada en un vestido de seda escarlata que era a la vez elegante y permitía una total libertad de movimiento, interpretaba el papel de guardaespaldas. Zafira, por su parte, era el centro de todas las miradas, ataviada con un vestido hecho de noche líquida y joyas que eran soles en miniatura, robados de un universo fallido.

<ZAFIRA (vía comunicador psio-textual)>: Veo nuestro objetivo. Mesa tres. El que parece un contable aburrido.

El hombre, Silas Vane, era la personificación de lo anodino. Humano, de mediana edad, con un traje gris que no destacaba. Y estaba desplumando a un consorcio de príncipes Fae en el Póker Psíquico.

Se sentaron en el bar, pidiendo cócteles que ardían con llamas frías, y observaron.

<VALKYRIE>: Mi radar psiónico no detecta nada. Ni telepatía, ni precognición, ni telequinesis. Está limpio. Las máquinas de Nat tienen razón.

<ZAFIRA>: Y yo no siento ni una pizca de magia de la suerte, ni pactos con demonios del azar, ni auras de probabilidad alterada. Es... exasperantemente normal.

Silas Vane ganaba una mano tras otra con una calma imperturbable. No parecía feliz, solo eficiente. Ganaba, recogía sus fichas, y esperaba la siguiente mano. Era imposible.

Justo cuando Val se preparaba para un acercamiento más directo, el caos se desató.

Las luces de la nebulosa del techo parpadearon y se apagaron, sustituidas por parpadeantes luces de emergencia mágicas. Un pulso de energía temporal recorrió la sala, y todo, excepto una figura en el centro del casino, se ralentizó hasta casi detenerse.

—¡Valkyrie! ¡Cuánto tiempo sin verte! —la voz era metálica y arrogante.

Un hombre con una armadura cromada y circuitos parpadeantes se encontraba junto a la entrada de la cámara acorazada principal. Era "Cronosplitter", un villano de segunda fila del universo natal de Val, capaz de manipular el tiempo en áreas localizadas.

<VALKYRIE (a Zafira)>: ¡Un viejo conocido! ¡Quiere el furgón blindado de la recaudación del día! Zafira, crea una distracción. ¡Yo me encargo de él!

La burbuja de tiempo lento no afectó a Val, cuya fisiología de nivel cósmico resistía tales manipulaciones. Zafira, como ser mágico de inmenso poder, también pudo liberarse con un gesto.

Mientras Val cargaba contra su antiguo enemigo, Zafira levantó las manos y el bar entero se convirtió en un ejército de golems de cóctel que marcharon hacia Cronosplitter, lanzando aceitunas como si fueran balas de cañón.

La lucha fue breve y espectacular. Val se movía a una velocidad imposible, contrarrestando cada intento de Cronosplitter de congelarla en el tiempo. Un solo puñetazo, cargado con la fuerza de una supernova en miniatura, bastó para abollar el peto del villano y enviarlo a estrellarse contra la pared, inconsciente.

Cuando la seguridad del casino (un escuadrón de cambiaformas en modo "trol acorazado") llegó, todo había terminado. El tiempo volvió a la normalidad. Valkyrie y Zafira eran las heroínas del día.

Tras el interrogatorio y los agradecimientos, volvieron su atención a la mesa de póker. Silas Vane ni se había inmutado. Estaba barajando las cartas, esperando a que el juego se reanudara.

Y fue entonces cuando Val lo vio.

Acostumbrada a luchar contra seres que doblaban la realidad, ahora miraba con otros ojos. No buscaba magia. Miraba las manos de Silas. Y vio un arte que era, a su manera, tan impresionante como la hechicería. Vio el casi imperceptible pliegue que hacía con la uña en un as. Vio el "barajado falso" donde las cartas clave nunca cambiaban de posición. Vio el sutilísimo gesto con la mano izquierda con el que señalaba a su cómplice, una mujer con aspecto de turista al otro lado de la mesa.

Era todo un truco. Un truco de magia, sí, pero del tipo que se ve en Las Vegas, no en el plano astral.

Val se acercó a la mesa. No dijo nada. Simplemente se quedó de pie, mirando a Silas. El hombre levantó la vista, vio la expresión de Val, y su rostro se descompuso. Dejó las cartas sobre la mesa y asintió levemente. La partida había terminado.

En una sala trasera, Silas lo confesó todo. Era un viajero dimensional de un mundo tecnológicamente primitivo que había acabado atrapado en la Tierra durante una década. Aprendió de los mejores tahúres y magos de escenario. Se dio cuenta de que en un multiverso obsesionado con las amenazas mágicas, nadie recordaba cómo detectar una baraja marcada. Era el escondite perfecto.

El equipo de los cambiaformas estaba estupefacto.

—¿Así que... dobla las cartas? —preguntó la Unidad Doce, cuya cabeza era la de un minotauro.

—Es más sutil que eso —explicó Val.

Al día siguiente, Val, Zafira y un ahora cooperativo Silas Vane, dieron un seminario de formación a la seguridad del casino.

—Lección uno: el barajado Hindú —dijo Silas, manipulando las cartas con una destreza hipnótica—. Observad el movimiento del pulgar...

Los cambiaformas, seres capaces de luchar contra demonios y hechiceros, miraban con una concentración absoluta, aprendiendo el arte perdido del engaño manual. La mayor vulnerabilidad del casino no había sido mágica, sino humana.

Mientras Val explicaba la psicología del farol, supo que aquella aventura, por extraña que fuera, le había recordado algo importante. A veces, las mayores amenazas no son las que vienen del cosmos, sino las que se esconden a plena vista, en un simple gesto de la mano.

***
CONTINUARÁ...

lunes, 25 de agosto de 2025

La Dama de Encajes y la Bruja de Batalla (2): La Biblioteca Ciega


 —Una Biblioteca Ciega… —murmuró Valkyrie, con los brazos cruzados sobre el pecho. Estábamos de vuelta en la sala de reuniones de nuestro universo de bolsillo, el regalo de los Netherlords—. Un nombre apropiado para un lugar sin sonido. La infiltración será una pesadilla táctica.

—Y una pesadilla social —añadió Zafira, flotando sobre un cojín de humo cobrizo que había conjurado—. ¿Cómo se supone que voy a lanzar mis piropos más ingeniosos si nadie puede oírlos? Es una tragedia.

Samu, por su parte, me miraba con una intensidad que ignoré mientras trazaba ecuaciones en la interfaz holográfica de la mesa. —Podríamos usar un hechizo de vínculo telepático, Nat. Sería sencillo…

—No —la corté, mi tono más tajante de lo que pretendía—. La telepatía puede ser interceptada o generar su propio "ruido" psiónico. Si hay carroñeros con habilidades psiónicas, seríamos un libro abierto. Además, ya sabes que no me gusta la magia en mi cabeza.

Samu suspiró. —La Decana de la Academia de Brujas de Morgath sigue enviándote la matrícula cada semestre, ¿sabes? Aún murmura sobre la "inmensa esencia" de tu alma y cómo la desperdicias "cacharreando".

Sonreí para mis adentros. Todo había empezado de una forma tan ridícula. Un error burocrático de una diosa becaria en el Departamento de Reencarnaciones me había marcado como "pendiente de asignación" en lugar de "humana estándar". Eso llamó la atención de un dios menor, un tipo encantador y peligrosamente atractivo con aspecto de estrella de rock, que me invitó a tomar algo para "aclarar el papeleo". El bar, por supuesto, era el "Tiro Cósmico", un antro interdimensional donde una Valquiria fuera de servicio (Valkyrie) y una bruja exiliada (Samu) ahogaban sus penas. Encontré el amuleto de Zafira colgado del respaldo de una silla, como si alguien lo hubiera olvidado. Una cosa llevó a la otra.

Mi mente saltó a la gala de la academia de brujas, a la que me arrastraron Samu y la Decana. Allí conocí a Cassandra, una estudiante de la raza de las Lamia, mujeres serpiente con la habilidad de soñar retazos del futuro. Estaba sufriendo, sus sueños eran un caos doloroso. Yo no hice nada especial, de verdad. Solo me senté con ella, apliqué un poco de lógica científica a sus visiones, le ayudé a catalogarlas como si fueran datos, a encontrar patrones en lugar de ahogarse en el ruido. Desde esa noche, Cassandra no solo sueña el futuro; lo ve. Se convirtió en la oráculo más poderosa de siete dimensiones.

Ese "incidente" fue lo que me dio el valor para contactar con los Netherlords. Les dije que podía hacer algo importante para ellos, y ellos, de alguna manera, ya lo sabían. Como recompensa por mi "potencial", nos regalaron este universo de bolsillo, nuestro hogar.

Un carraspeo me sacó de mis recuerdos. En la puerta estaba la Unidad Siete, el líder de los 19 cambiaformas que compartían nuestro universo. Hoy llevaba la apariencia de un broker de Wall Street, con un traje impecable y el pelo engominado.

—Disculpa la interrupción, Jefa —dijo, mostrando una tablet—. Solo una actualización rápida del Proyecto Fortuna. Como puedes ver en esta presentación de PowerPoint, nuestras máquinas anti-trampas han sido instaladas en 37 nuevos casinos mágicos este trimestre. Las ganancias han aumentado un 12%. Los Grifos de la Banca de Orión-6 quieren hacer un pedido masivo.

—Excelente, Siete. Hablaremos de ello más tarde —respondí, despidiéndole con un gesto. Su proyecto de negocio era la razón por la que podíamos permitirnos los componentes exóticos que necesitaba. ¿Cómo evitar que elfos con visión de futuro, demonios con telequinesis o magos lectores de mentes desplumen un casino? Con mi ciencia. Y con sus habilidades de venta.

—Volviendo al problema —dije, proyectando un nuevo holograma en la mesa—. Necesitamos comunicación no sonora. He diseñado unos comunicadores psio-textuales. No transmiten pensamientos, solo convierten impulsos neuronales específicos en texto y lo proyectan en la retina del receptor a través de un enlace de grafeno cuántico. Es limpio, silencioso y no se puede hackear sin acceso físico.

Pasé las siguientes horas en mi laboratorio, un caos organizado de cables, herramientas de precisión y algún que otro peluche de Pegaso observándome desde una estantería. Soldé las microbaterías arcanas que Samu me había preparado y calibré las interfaces neuronales. Mientras trabajaba, abrí un canal seguro.

—Cassandra, soy Nat.

La imagen de la mujer serpiente apareció en mi monitor. Sus ojos dorados y sin párpados me miraron desde su santuario.
<Ya te esperaba, Natalia. La Biblioteca Ciega te llama. Veo... cristal que se rompe en silencio. Veo manos de metal y manos de carne buscando la misma página de un libro que no está escrito en tinta. Ten cuidado. Lo que buscas no es la plaga… es la cura. Y algunos creen que ciertas enfermedades son necesarias.>

La comunicación se cortó. La cura… no la plaga. Eso lo cambiaba todo.

Nos reunimos frente a un arco de metal que yo misma había construido, el generador de portales. Valkyrie había pulido su armadura y afilado su hacha de energía. Samu llevaba un nuevo atuendo de bruja de batalla, dejando atrás el traje de sirvienta, y sostenía un báculo que crepitaba de poder. Zafira se había puesto un velo de seda hecho de luz de estrellas, lo cual para ella era ir completamente vestida.

Cada una llevábamos un pequeño dispositivo sobre la sien. Lo activé.

En la esquina superior de mi visión, apareció una línea de texto verde esmeralda.
<NATALIA D.>: Prueba de comunicador. ¿Me leéis?

<SAMU>: ¡Alto y claro, pastelito! ¡Esto es genial! Puedo enviarte emojis de corazones, ¿verdad? ❤️❤️❤️

<VALKYRIE>: Recepción confirmada. Todos los sistemas en verde. A tus órdenes, Nat.

<ZAFIRA>: Mmm, sí, funciona. Aunque me parece una forma muy poco glamurosa de ligar.

Miré el portal, cuyas energías ya se arremolinaban, mostrando un vacío de un negro absoluto y silencioso. La Biblioteca Ciega nos esperaba. Junto con los carroñeros que habían oído la misma llamada.

<NATALIA D.>: Muy bien, equipo. Recordad las reglas. Cero sonido. Cero magia audible. Encontrad la investigación de los Creadores. Cassandra dice que es una cura, así que la prioridad ahora es recuperarla, no destruirla. Manteneos juntas. Entramos.

Y una por una, cruzamos el umbral hacia un mundo donde el silencio era la única ley.

El paso a través del portal fue como sumergirse en algodón negro. El cambio más impactante no fue visual, sino la total y absoluta aniquilación del sonido. Mis oídos, privados de cualquier estímulo, generaron un leve pitido en un intento desesperado por encontrar una señal. Estábamos en un mundo donde el silencio era el estado natural de la materia.

Activé mi comunicador, y el texto verde apareció en mi retina.
<NATALIA D.>: Informe de situación. Todas las unidades, confirmen estado.

<VALKYRIE>: Valkyrie, confirmada. Entorno hostil pero estable. Preparada para el combate.

<SAMU>: Samu aquí. ¡Qué sitio más espeluznante! Es como estar dentro de una burbuja de aislamiento. ¿Seguro que no puedo poner algo de música ambiental? 🎶

<ZAFIRA>: Zafira. Aburrida. No hay nada brillante que robar. Avisadme si veis una joya sónica o algo así.

Ignoré las últimas dos entradas. Mi atención estaba fija en el paisaje. Estábamos en un "valle" entre dos torres colosales que se perdían en una oscuridad superior. No eran de metal ni de piedra, sino de un material cristalino que contenía, en su interior, millones de cubos de datos perfectamente apilados, las verdaderas estanterías de la Biblioteca Ciega.

El suelo y las paredes de las torres estaban cubiertos por la flora nativa: las "plantas" fono-reactivas que ya conocíamos. Eran inmensos crecimientos hexagonales, blindados y bioluminiscentes, que pulsaban con una luz azulada. Eran los árboles de este bosque silencioso. Y entre ellos, moviéndose lentamente, estaba la fauna. Cientos de puntos de luz verdosa y anaranjada se deslizaban por el suelo. Las babosas cristalinas.

<NATALIA D.>: Atención. Tenemos contacto. Múltiples formas de vida nativas. Recordad el informe: la luz es curiosidad, el sonido es comida.

Justo en ese momento, una de las luces más grandes, del tamaño de un perro, cambió de rumbo y comenzó a deslizarse hacia nosotros. Era un "cazador". Su cuerpo gelatinoso brillaba, y docenas de púas cristalinas en su lomo refractaban la luz de nuestros trajes. Valkyrie levantó su hacha de energía, su luz zumbando silenciosamente.

<NATALIA D.>: ¡Val, no! ¡Quieta! No hagas ruido. Es lento, solo le atrae nuestra luz. Si no hay "comida", perderá el interés.

<VALKYRIE>: ¿Segura? Se acerca.

<NATALIA D.>: Segura. Atenuad todas las fuentes de luz externas. Al mínimo.

Obedecieron. A medida que el brillo de nuestros equipos disminuía, el cazador pareció confundirse. Se detuvo, sus púas girando para tratar de localizar la fuente de luz que se desvanecía. Tras un momento, reanudó su lento deambular, atraído por el resplandor de una de las plantas gigantes en la distancia.

<SAMU>: Uf, por los siete infiernos. Funciona. Eres una enciclopedia con falda, Nat.

<NATALIA D.>: La supervivencia se basa en el conocimiento. Ahora, a trabajar. Las torres son demasiado grandes para explorarlas al azar. Los Creadores habrían instalado los cubículos de lectura en zonas seguras, lejos de las molestias de la fauna. Debieron usar algún tipo de repelente. No sónico, obviamente. Escanearé en busca de vacíos en la distribución de la fauna o de frecuencias electromagnéticas anómalas.

Activé los sensores de mi traje, proyectando un mapa tridimensional del área en mi visor. La distribución de las luces de las criaturas era casi uniforme, un mar de puntos brillantes. Pero tras unos minutos de análisis, encontré lo que buscaba. A unos trescientos metros, había un "agujero" casi perfecto en el patrón. Una zona esférica de unos treinta metros de diámetro extrañamente vacía de vida.

<NATALIA D.>: Tengo un objetivo. Seguidme. Con cuidado y en silencio absoluto.

Nos movimos a través del bosque de plantas silenciosas, esquivando a los lentos cazadores y a los pequeños y rápidos "carroñeros" que se mantenían en las sombras. Al llegar al borde de la zona vacía, vimos la causa. Empotrado en la pared de una de las torres había un cubículo de lectura, su contorno apenas visible. Un tenue campo de energía, casi imperceptible, debía ser el repelente.

Entramos en el cubículo. Era espartano: un hueco para la identificación a la izquierda y un panel holográfico oscuro a la derecha. Introduje mi mano en el hueco izquierdo. No esperaba que funcionara, pero alguna energía residual debía quedar. El panel de la derecha cobró vida, proyectando un teclado y una barra de búsqueda en un silencio total.

Tecleé las palabras clave que Cassandra me había dado: "Corrupción de Silicio", "Cura", "Protocolo Final".

La base de datos respondió, mostrando la signatura de un único cubo de datos. Estaba aquí. Contenía todo lo que los Creadores habían aprendido sobre su propia plaga... y cómo detenerla.

<NATALIA D.>: Lo tengo. Iniciando la extracción.

Seleccioné el archivo. Una luz en el techo del cubículo parpadeó y, en las profundidades de la torre, algo comenzó a moverse. Y entonces, el universo se rompió.

Un chirrido metálico, agudo y oxidado, resonó desde el interior de la torre. El mecanismo de recuperación, sin mantenimiento durante eones, se quejaba con cada centímetro que se movía. Para nosotras, era un simple ruido molesto. Para este plano, era un banquete.

Al instante, todas las luces del valle se detuvieron. Y luego, todas se giraron hacia nosotros. Cientos de ellas. Los lentos cazadores comenzaron su avance implacable. Los rápidos carroñeros emergieron de las sombras, un enjambre de luces hambrientas que se precipitaba hacia el cubículo. El sonido de la máquina era un faro, un reclamo que prometía la mejor comida en milenios.

<VALKYRIE>: ¡Estamos rodeadas! ¡No podemos salir!

<SAMU>: ¡Si peleo, las explosiones atraerán a más! ¡Es una trampa mortal!

El brazo mecánico seguía acercándose, arrastrando el cubo de datos y emitiendo su canto fúnebre. Estábamos atrapadas. Luchar significaba morir. No hacer nada significaba morir. Mi mente se aceleró, descartando variables, buscando una tercera opción en una ecuación imposible.

Y entonces, la encontré. Era una locura. Era contraintuitivo. Pero era nuestra única oportunidad.

<NATALIA D.>: No ataquéis. No os mováis. Tengo una idea. Va a ser arriesgado. Preparaos para correr cuando dé la señal.

<SAMU>: ¿Qué idea? ¡Nos van a devorar!

<NATALIA D.>: Samu, confía en mí. No necesito un hechizo de fuerza. Necesito que hagas lo contrario. Cuando te lo diga, necesito que lances el pulso de silencio más potente que jamás hayas conjurado. Justo aquí.

El caos era un ballet silencioso de luces hambrientas. Cientos de criaturas, grandes y pequeñas, convergían en nuestro cubículo, atraídas por el chirrido agónico del mecanismo de la biblioteca. Estábamos en el centro de un huracán que se arremolinaba, a punto de ser devorados.

<NATALIA D.>: Samu, ¡AHORA! ¡Crea un vacío sónico! ¡Absorbe el sonido de la máquina!

Samu asintió, con el rostro tenso por la concentración. No hubo cánticos ni gestos grandilocuentes. Cerró los ojos y todo su ser se convirtió en el epicentro de una anomalía. No fue una explosión, sino una implosión. Un pulso de "anti-sonido" emanó de ella, una ola de pura nada que se extendió por el valle.

El efecto fue instantáneo y surrealista. El chirrido metálico de la máquina no se detuvo, pero fue borrado. El concepto de sonido fue cancelado en una esfera de cincuenta metros a nuestro alrededor. Para las criaturas nativas, fue como si el festín más delicioso del universo se hubiera convertido en ceniza en sus bocas invisibles.

Se detuvieron en seco. Sus luces bioluminiscentes parpadearon erráticamente. Los cazadores, más grandes, retrocedieron un par de pasos, confundidos y repelidos por esa "anti-comida" mágica. Los carroñeros, más pequeños, se dispersaron en un pánico silencioso.

El plan de Nat había funcionado. Habíamos creado una ventana.

<NATALIA D.>: ¡Val, el cubo! ¡Ve!

Valkyrie no necesitó que se lo dijeran dos veces. Salió disparada del cubículo como un misil rojo. Con una fuerza sobrehumana, saltó, se agarró al brazo mecánico que aún se movía silenciosamente en nuestro vacío sónico, arrancó el cubo de datos de su pinza y aterrizó de nuevo junto a nosotros en menos de tres segundos.

<VALKYRIE>: ¡Lo tengo!

<SAMU>: ¡No puedo mantener el vacío mucho más tiempo! ¡La presión de la realidad quiere volver a entrar!

Justo cuando nos preparábamos para correr hacia la zona de extracción, una nueva amenaza se materializó. De las sombras entre las torres de la biblioteca emergieron cinco figuras. No eran criaturas. Eran altas, delgadas y se movían con una eficiencia inhumana. Sus cuerpos eran una fusión de carne pálida y cromo pulido, y sus rostros eran máscaras espejadas sin rasgos. El "Gremio de Carroñeros" que Cassandra había previsto, aunque su aspecto era más de un culto tecnológico.

En el visor de la figura principal apareció un texto en rojo sangre.
<UNIDAD 734>: Entregad la muestra de datos, organismos primarios. La tecnología de los Creadores será asimilada. La resistencia es ineficiente.

El pulso de silencio de Samu comenzó a flaquear. El chirrido de la máquina volvió a filtrarse, primero como un susurro, luego creciendo en intensidad. Las criaturas nativas empezaban a recuperarse de su conmoción, atraídas de nuevo por la comida. Estábamos atrapados entre un enjambre hambriento y un escuadrón de cyborgs asesinos.

<NATALIA D.>: ¡No tenemos tiempo para esto! ¡Zafira, plan B!

<ZAFIRA>: ¿Estás segura, Nat? ¡Ese Eco Dimensional vale una fortuna!

<NATALIA D.>: ¡Nuestras vidas valen más! ¡Lánzalo! ¡Lejos de nosotros, hacia esa torre de la derecha! ¡Dale al universo el concierto de rock más ruidoso de su historia!

Zafira sonrió por primera vez en toda la misión. De su mano surgió una de las esferas de luz pulsante que nos dieron los Netherlords. La lanzó con la fuerza de un genio. La esfera voló cien metros y se estrelló contra una de las gigantescas plantas fono-reactivas.

La detonación no fue una explosión de fuego, sino de pura realidad. Un Big Bang en miniatura. Un GONG que resonó no solo en el aire, sino en el tejido del espacio-tiempo. Fue el sonido más grande que esta dimensión había experimentado en eones.

El efecto fue cataclísmico. Todo el ecosistema entró en un frenesí. Miles, quizás decenas de miles de criaturas de todo el valle se lanzaron ciegamente hacia el punto de impacto, ignorándonos por completo. Los cyborgs, momentáneamente sorprendidos por la magnitud del evento, se vieron obligados a defenderse del enjambre.

Pero ocurrió algo más. Algo que nadie podría haber previsto.

La energía pura del Eco Dimensional reaccionó con los cubos de memoria de las torres. Por un instante, toda la Biblioteca Ciega se iluminó como una supernova. Millones de cubos de datos resonaron a la vez, y nuestros comunicadores se volvieron locos. Fuimos bombardeadas por un torrente de datos, fragmentos de información de los Creadores que se proyectaron directamente en nuestros visores: mapas estelares de galaxias desconocidas, ecuaciones de física imposible, planos de máquinas arcanas y, lo más impactante, un rostro. La imagen holográfica de un ser alto y elegante, con piel de nácar y ojos como nebulosas, nos miró por una fracción de segundo.

Un secreto mucho mayor estaba guardado aquí. La biblioteca no era solo un archivo, era un testamento.

<NATALIA D.>: ¡Samu, el portal, AHORA!

Aprovechando la distracción total de nuestros enemigos, Samu abrió un desgarro en la realidad. Saltamos a través de él, dejando atrás el caos, el frenesí de las criaturas y a los cyborgs luchando por sus vidas.

Aterrizamos de vuelta en nuestro apartamento, el silencio del plano mortal reemplazado por el zumbido de nuestros propios sistemas. Estábamos a salvo. Valkyrie colocó el cubo de datos sobre la mesa. Habíamos conseguido la cura.

Pero en mi mente, la imagen de ese rostro, de ese Creador, seguía grabada. Y sabía, con absoluta certeza, que lo que habíamos encontrado era mucho más que la solución a una plaga. Habíamos encontrado una llave a un misterio de una magnitud que apenas podíamos empezar a comprender.

De vuelta en mi laboratorio, el silencio era bienvenido. El cubo de datos de los Creadores reposaba en un campo de contención en el centro de la sala, mientras yo me concentraba en un problema más inmediato: el torrente de información que había bombardeado nuestros comunicadores.

—¿Lo tienes? —preguntó Samu, asomada por la puerta.

—Casi —murmuré, sin apartar la vista del holograma que mostraba el flujo de datos corruptos—. Mi sistema de grabación de misiones tiene un buffer de sobrecarga diseñado para estas contingencias. No lo capturó todo, pero sí... unos 4.2 terabytes de fragmentos antes de que el bus de datos se colapsara. Es un caos, pero está aquí.

Samu sonrió. —Sabía que tu portátil mágico podría con ello.

—No es mágico, es ciencia bien aplicada —repliqué por instinto.

Me recosté en mi silla, observando mi propio reflejo en la pantalla oscura. Natalia D. N.D. Qué curioso, nunca me había parado a pensar en ello. Mi propia vida había comenzado como un expediente con un "No Data", una anomalía en el sistema cósmico sin un origen claro, hasta que aquella diosa becaria cometió su error providencial. Quizás, en el fondo, yo también era un archivo corrupto buscando ser descifrado.

—Lo que me fascina —dijo Samu, entrando y señalando un Eco Dimensional estabilizado que usábamos como fuente de energía para el laboratorio— es el poder en bruto que desatasteis. ¿De dónde vienen realmente estas cosas, Nat?

—He estado investigando eso —dije, contenta de cambiar de tema—. Los Netherlords son herméticos, pero he cruzado datos de setenta y dos dimensiones diferentes. No son "naturales". Mi mejor teoría es que son una forma de ciencia ritual avanzada. Toman la "energía onírica", la esencia psíquica colectiva de una civilización consciente a lo largo de su existencia, y la "cristalizan" en el momento exacto de la muerte térmica de su universo. Es como embotellar el último suspiro de una realidad.

—Un universo semilla... —susurró Samu, asombrada.

—Exacto. Y sí, es casi seguro que así es como crean los universos de bolsillo, como este. No lo crearon de la nada; tomaron la "semilla" de una realidad muerta y la expandieron, dándole nuevas reglas. Nosotras vivimos, literalmente, en el fantasma de un universo.

 CONTINUARÁ...