La calma en nuestro universo de bolsillo duró exactamente un mes y tres días. Estaba en mi laboratorio, analizando los datos residuales del colapso evitado en Aegis City, cuando una fluctuación de energía hizo que todos mis monitores parpadearan. La fuente no era externa. Provenía del amuleto de lapislázuli de Zafira, que descansaba sobre un cojín de terciopelo al otro lado de la sala. La gema brillaba con una luz cobriza demasiado intensa, y estaba caliente al tacto.
Zafira apareció a mi lado, con una expresión de genuina incomodidad. —Se me está quedando pequeño el piso, Nat.
—Tu poder ha crecido —analicé, pasando un escáner sobre el amuleto—. Las aventuras, la energía dimensional a la que te has expuesto... tu "matriz de energía consciente", como la llamaría yo, está ejerciendo demasiada presión sobre los parámetros de contención de este ancla física. Si no te "mudas" pronto, el amuleto podría fracturarse.
—Y convertirme en una bonita pero muy difusa nube de gas brillante —terminó ella, haciendo un mohín—. Exactamente. Los genios somos como los cangrejos ermitaños, necesitamos cambiar de concha a medida que crecemos. Y yo, querida, me he vuelto... ¡inmensa!
Con un gesto teatral, hizo aparecer un objeto sobre la mesa. Era el smartphone de edición de coleccionista del Paladín de Oro que había comprado en Aegis City. Era una pieza de tecnología elegante, con el logo dorado del Paladín en la parte trasera. Tras su "muerte", su valor se había disparado.
—Tenía pensado usar una botella de perfume de edición limitada de Chanel Nº 5 del universo 7-GAMMA —dijo con nostalgia—. Pero esto... esto es mejor. Es exclusivo, es valioso, y lo más importante... —su voz bajó a un susurro conspirador—... está saturado de la energía paradójica que definía al Paladín. Podría ser el ancla más potente que un genio haya tenido en siglos.
Mi cerebro científico se encendió. La idea de una entidad consciente, una forma de vida que era esencialmente bosónica —sin el principio de exclusión de Pauli que obliga a la materia como la mía a ocupar un espacio definido— anclada a un objeto físico era, para mí, el Santo Grial de la física exótica. Eran, como yo los entendía, campos de fuerza y hologramas conscientes, sin materia estable propia más allá de su ancla. Estudiar el proceso de "traslado" era una oportunidad que no podía dejar pasar.
—Necesitamos la opinión de un experto —dijo Zafira—. Conozco a un artesano en nuestro plano natal. El mejor creando y evaluando anclas. ¿Me acompañas, Nat? Te prometo que verás cosas que harán que tus sensores canten de alegría.
El universo de los genios no se parecía a nada que hubiera experimentado. No había planetas, ni estrellas, ni suelo bajo nuestros pies. Era un cosmos de luz líquida y colores danzantes. Flotábamos en un mar de energía arremolinada donde las nebulosas cantaban y los cometas dejaban estelas de risa. La "tierra firme" eran islas de cristal que parecían notas musicales solidificadas. La "gente" eran otros genios, seres de luz y energía de formas y tamaños imposibles, que se comunicaban mediante sinfonías de color y emoción.
<NATALIA D. (vía comunicador)>: Fascinante. Mis sensores están saturados. La física aquí es puramente conceptual. La gravedad, el electromagnetismo... todo son variables dependientes de la densidad de energía consciente local.
<ZAFIRA>: ¿A que es bonito? ¡Hogar, dulce hogar!
El artesano, un genio antiguo llamado Al-Kindi, residía en el interior de un geoda flotante del tamaño de una luna pequeña. Su taller estaba lleno de posibles anclas: espadas legendarias, joyas que contenían galaxias, libros cuyas páginas eran de tiempo solidificado.
Al-Kindi era una figura imponente de humo plateado y ojos como estrellas de neutrones. Tomó el smartphone con una reverencia, y sus dedos de energía lo envolvieron. No lo miró; lo "sintió".
—Curioso... —resonó su voz, que era como el repique de mil campanas de cristal—. Este objeto es joven, pero su historia es una paradoja. Nació de un deseo, vivió como una mentira y murió como una verdad. Está impregnado de una "potencialidad de reescritura de la realidad" muy potente.
<ZAFIRA>: ¿Servirá como ancla?
—Servirá, sí. Y será magnífica —confirmó Al-Kindi—. Te permitirá contener y expandir tu poder como nunca antes. No será solo una concha; será un amplificador. Podrás manifestar aspectos de tu universo de bolsillo dentro de él, llevar contigo una habitación, un jardín...
Hizo una pausa, y sus ojos estelares se fijaron en Zafira.
—Pero hay un riesgo. Un ancla tan única te atará al eco de su antiguo propósito. El Paladín fue creado para ser el "héroe perfecto". Al hacer de este objeto tu hogar, podrías verte... impulsada a actuar de formas heroicas y desinteresadas. Para un ser de hedonismo y libre albedrío como tú, podría ser una jaula muy incómoda.
Zafira se quedó pensativa un instante, sopesando el riesgo. Luego, una lenta y pícara sonrisa se dibujó en su rostro de luz.
—Bueno, un poco de heroísmo de vez en cuando no le hace daño a nadie. Mantiene las cosas interesantes.
El trato estaba cerrado. Al-Kindi nos daría las instrucciones para el complejo ritual de transferencia, que deberíamos realizar nosotras mismas.
Mientras regresábamos a través del cosmos de luz, me volví hacia Zafira.
—Tu naturaleza... —comencé, buscando las palabras adecuadas—. Es extraordinaria. No es magia como la de Samu, que doblega las leyes. No tienes leyes que doblegar. Eres un campo de energía bosónica coherente y auto-consciente, anclado a un punto focal de materia bariónica. Es... la solución más elegante a la vida no biológica que he visto nunca.
Zafira me miró, y por primera vez, su habitual fachada de coqueteo y picardía se desvaneció por completo, dejando al descubierto al ser antiguo y poderoso que había debajo. Una genuina y cálida sonrisa iluminó su rostro.
—Esa es la cosa más bonita y científica que me han dicho en mil años, Nat.
Quizás, después de todo, la ciencia y la magia no eran tan diferentes. Ambas eran solo lenguajes que intentaban describir lo imposible. Y en ese momento, en medio de un universo hecho de sueños, la científica y la genio se entendieron a la perfección.
CONTINUARÁ...
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