viernes, 26 de septiembre de 2025

La Dama de Encajes y la Bruja de Batalla (11): Ecos de Nobleza y Hechizos Innatos

 


 Tras la crisis en Aegis City, nuestro universo de bolsillo se sumió en una merecida calma. Kaelen trabajaba diligentemente, Val parecía más ligera tras haberse enfrentado a su pasado, y yo continuaba analizando los datos del Paladín. Fue en medio de esta tranquilidad que un día, una misiva apareció flotando en el aire frente a Samu. No era de papel, sino de luz tejida, sellada con el blasón de un grifo y una rosa.

Samu palideció. —Son mis padres.

La carta era una convocatoria formal, escrita en una prosa florida que hablaba de "deberes familiares" y "asuntos de suma importancia para la casa". En resumen, la estaban llamando a casa.

—No tienes que ir —le dijo Val, posando una mano en su hombro—. No si no quieres.

—Lo sé —suspiró Samu—. Pero he estado huyendo de esto mucho tiempo. Tal vez... tal vez sea hora de enfrentarlo. Pero no quiero ir sola.

La mirada que compartió con Val lo decía todo. Después de que Samu la apoyara en su regreso a Aegis City, era el turno de Val de ser el ancla.

El portal se abrió a un mundo de fantasía medieval en todo su esplendor. El aire olía a pino y a magia antigua. En el cielo, dos lunas de diferentes colores colgaban sobre las torres de un castillo de piedra blanca que parecía crecer de la propia montaña. Estábamos en el Ducado de Silverwood, el hogar de Samu.

Al llegar, nos recibieron guardias con armaduras grabadas con runas protectoras. El interior del castillo era una mezcla de tapices opulentos, estandartes familiares y la omnipresente tecnología de la magia. Globos de luz flotaban en el aire, y armaduras vacías se movían con vida propia, realizando tareas de limpieza.

Los padres de Samu, el Duque Alistair y la Duquesa Elara, la esperaban en el gran salón. Eran figuras imponentes, nobles y poderosos magos por derecho propio, pero en sus ojos había un atisbo de alivio al ver a su hija.

Tras los tensos pero cariñosos saludos, la conversación no tardó en llegar al meollo de la cuestión.

—Hija mía —comenzó el Duque—, el Príncipe Theron vuelve a buscar esposa. El rey nos ha hecho saber que tu... candidatura... sería vista con buenos ojos. Es la mayor oportunidad que nuestra casa ha tenido en generaciones.

Samu se tensó. —Padre, ya hablamos de esto. No voy a casarme con Theron. No voy a casarme con ningún príncipe.

—¡Es tu deber! —insistió la Duquesa—. Se te concedieron tres evocaciones naturales. ¡Tres! ¡Desintegrar, Escudo Mágico y Salto Dimensional! ¡Los dioses te marcaron para la grandeza! Estás destinada a ser reina.

Valkyrie, sintiendo la oportunidad de desviar la tensión y, a la vez, comprender, intervino con calma. —¿Evocaciones naturales?

El Duque la miró, sorprendido por la interrupción, pero la presencia regia de Val imponía respeto. —En nuestro mundo, los magos y brujas nacemos con la capacidad innata de usar entre uno y tres efectos mágicos sin ayuda. Son nuestras "evocaciones naturales". Son la base de todo nuestro poder. La Decana de Morgath, por ejemplo, se enorgullece de que sus estudiantes suelen nacer con tres, y busca la forma de despertar una cuarta en alguien con la "esencia adecuada".

—Mi hija —continuó la Duquesa, con un tono más suave—, es una de las pocas de su generación con tres evocaciones tan increíblemente potentes. Puede usar su magia sin necesidad de un objeto encantado.

Samu suspiró y, para demostrarlo con una delicadeza que sorprendió a sus padres, levantó una mano. Un disco de energía pura, perfectamente formado, apareció flotando sobre su palma. —Este es mi Escudo Mágico. Puedo crearlo cuando quiera. —El escudo se desvaneció.

Luego, extendió los dedos sobre el centro de la mesa. Del aire vacío, motas de luz se arremolinaron y tejieron, formando una rosa de cristal luminoso con un detalle exquisito. La flor flotó un instante, proyectando pequeños arcoíris sobre la madera pulida. Con un simple pensamiento, la rosa se deshizo con la misma elegancia con la que se había formado, revirtiendo el proceso hasta que solo quedó el aire vacío. —Y esto es Desintegrar. Es el control sobre la creación y la anulación de la materia.

—Y ya conocéis Salto Dimensional —terminó, con tristeza—. La usé para huir de aquí.

Explicó a Val cómo funcionaba su sistema. Los magos podían analizar las evocaciones naturales de otro, descifrar sus componentes y transcribirlos en símbolos en un grimorio. Luego, mediante un complejo ritual en un círculo mágico, podían "cargar" esa magia en un objeto (una joya, un bastón, incluso una carta) estableciendo una condición de "descarga". Usualmente, se usaban palabras en un idioma mágico artificial para evitar accidentes, pero cualquier cosa podía ser un gatillo.

—Por eso mis padres están tan obsesionados —dijo Samu, su voz cargada de una vieja herida—. Mi poder me convirtió en el peón más valioso de su juego político. No me veían a mí, veían a la futura reina que elevaría el nombre de nuestra familia.

Fue entonces cuando les contó la historia completa. La presión, las expectativas, la sensación de ser una posesión. Y la noche en que huyó.

—Abrí un Salto Dimensional al azar, solo quería escapar. Y aparecí en el lugar más extraño que había visto nunca, el "Tiro Cósmico". Había demonios bebiendo con ángeles, robots negociando con seres de gas... Y entonces la vi. Sentada en una mesa, con un dios demasiado guapo, estaba la chica más hermosa que había visto en mi vida. Tenía el pelo blanco como la nieve y los ojos como esmeraldas. No parecía asustada ni impresionada; estaba discutiendo, con una calma absoluta, sobre un error en un formulario de burocracia celestial. En ese momento, en ese bar caótico, esa chica era lo único lógico y real del universo. Y supe que mi antigua vida había terminado.

Se hizo el silencio en el gran salón. Val miró a Samu con una nueva comprensión y un profundo respeto. Samu no era solo la bruja sexy y alocada del equipo; era una mujer que había roto sus cadenas por la promesa de una vida auténtica.

—He encontrado mi propia familia —dijo Samu finalmente, mirando a Val—. Y un propósito que va más allá de los títulos y las alianzas. No seré vuestra reina. Soy una de las guardianas de un científico redimido y una de las cuatro protectoras de una chica que ve el universo como una ecuación que resolver. Y eso... eso es mucho más importante.

Sus padres no lo entendieron del todo. Pero vieron en su hija a una mujer, no a una niña. Vieron a una hechicera que había encontrado su propio poder, mucho más allá de las tres evocaciones con las que había nacido. La discusión no había terminado para siempre, pero por hoy, la batalla estaba ganada.


(Epílogo del Capítulo)

Más tarde, mientras caminaban por los jardines del castillo bajo la luz de las dos lunas, de vuelta hacia el punto donde abrirían el portal, Val rompió el silencio.

—Has estado impresionante ahí dentro, Samu. Has sido valiente.

—Gracias, Val —respondió Samu, con una sonrisa sincera—. Significa mucho viniendo de ti.

Caminaron unos pasos más, el único sonido era el crujir de sus botas sobre la grava encantada que brillaba suavemente en la oscuridad.

—Es curioso cómo vemos las cosas —dijo Val, con la mirada perdida en la silueta del castillo—. Cuando contaste cómo viste a Nat en el bar... fue fascinante.

—¿A qué te refieres? Para mí fue como un relámpago. Vi a esa chica increíble, enfrentándose a un ser divino, armada solo con su cerebro. Vi a alguien que desafiaba al destino.

—Yo no vi eso —respondió Val en voz baja—. Yo vi a una niña asustada, arrancada de su hogar y de todo lo que conocía. Una niña que usaba la ciencia y la lógica como un escudo para protegerse de un universo que no tenía sentido para ella. Su forma de hablar, tan precisa, tan... científica... —Valkyrie hizo una pausa, y un atisbo de una vieja tristeza cruzó su rostro—. Me resultó... familiar. Mi primer instinto no fue de admiración. Fue el de protegerla.

Samu se detuvo y la miró, comprendiendo de repente la naturaleza del vínculo entre Val y Nat de una forma completamente nueva. La diosa de la lógica que ella idolatraba era, para Val, la niña perdida que necesitaba una familia. Y en su extraño equipo, de alguna manera, ambas tenían razón. Se habían encontrado las unas a las otras, cada una viendo en las demás lo que necesitaba, y juntas, se habían convertido en algo mucho más fuerte.

CONTINUARÁ...

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