Habían pasado dos meses de una extraña y productiva normalidad. Kaelen, bajo mi estricta supervisión, había convertido una sección de nuestro universo de bolsillo en un laboratorio de biotecnología que era la envidia de cualquier civilización avanzada. Estaba centrado, brillante y motivado por un deseo de redención que le hacía trabajar sin descanso en la replicación de la panacea. Val y Zafira habían vuelto de su aventura en el casino con nuevas anécdotas y un respeto a regañadientes por el ingenio no mágico. La vida era... estable.
Y, por supuesto, fue entonces cuando la realidad llamó a la puerta.
No fue una alarma ni una explosión, sino una nota. Una única nota musical, pura y antigua, que resonó en el tejido de nuestro universo personal. Todos los sistemas se detuvieron. Kaelen levantó la vista de su microscopio cuántico, con los ojos muy abiertos.
En el centro de nuestra sala de reuniones apareció una mujer. Era alta, con el cabello plateado trenzado con runas luminosas y unos ojos que parecían contener la sabiduría de eones. Llevaba una túnica sencilla, pero el poder que emanaba de ella era tan inmenso que el aire a su alrededor se curvaba. Era la Decana de la Academia de Brujas de Morgath.
—Natalia D. —dijo, su voz era tranquila pero resonaba con una urgencia terrible—. Te pido disculpas por la intrusión. He venido porque nos enfrentamos a una crisis de una magnitud que no hemos visto en milenios.
Con un gesto de su mano, proyectó una imagen holográfica del multiverso, un tapiz de realidades brillantes. Una de ellas parpadeaba en un rojo enfermo.
—Un universo está muriendo —explicó—. Su Escala de Estabilidad está en caída libre. Era un sólido Nivel 8, un universo de ciencia avanzada. En los últimos meses, ha caído a 6.2 y la aceleración es exponencial. Se dirige al Nivel 0. A la Catástrofe.
Samu ahogó un grito. Todas sabíamos lo que eso significaba. Un colapso de Nivel 0 liberaría una ola de energía mágica residual que actuaría como un faro para los Devoradores de Magia que acechaban en el vacío.
—El colapso no es natural —continuó la Decana, y sus ojos se posaron en mí—. Algo, o alguien, está corrompiendo activamente sus leyes fundamentales desde dentro. Es como un virus en el código fuente de la realidad. Necesito tu ayuda, Natalia. Necesito tu mente, que comprende la ciencia de los universos estables, para analizar esta enfermedad.
Proyectó las coordenadas del universo moribundo. Un nudo se formó en mi estómago al ver a Valkyrie palidecer. Era Aegis City. Su hogar.
Aterrizamos de nuevo en el reluciente mundo de Val. Pero esta vez, la brillante fachada parecía frágil. Nadie más parecía notarlo, pero mis sensores, calibrados para detectar las más sutiles fluctuaciones cuánticas, estaban volviéndose locos. La realidad aquí tenía "estática", como una transmisión de radio mal sintonizada.
Nos reunimos de nuevo con Destello y Umbra, esta vez en una de sus bases secretas subterráneas.
<NATALIA D. (vía comunicador)>: No estamos aquí para una visita social. Vuestro mundo se está desmoronando. Literalmente. Necesitamos encontrar la fuente de la inestabilidad.
<DESTELLO>: ¿Desmoronando? Todo parece normal... bueno, casi todo.
<UMBRA>: Tiene razón. Han estado ocurriendo... cosas raras. Pequeños "fallos". Un colega, Cíclope Urbano, disparó su rayo óptico y durante un segundo salieron mariposas. El otro día, atravesé accidentalmente el suelo del baño y acabé en la sala de estar. Mis poderes se sienten... resbaladizos.
<NATALIA D.>: Son síntomas. Necesito datos. Un mapa de todos los incidentes anómalos, por pequeños que sean, que hayan ocurrido en los últimos meses.
Aquí comenzó la investigación. Destello, con su supervelocidad, se convirtió en nuestro recopilador de datos, recorriendo la ciudad en segundos, entrevistando a docenas de héroes y revisando los informes policiales. En menos de cinco minutos, volvió con una montaña de información.
Mientras yo procesaba los datos, el resto del equipo se desplegó. Umbra y Samu fueron a visitar al Golem de Jade. El ser de jade, mudo y sabio, no podía hablar, pero podía escribir. Usando un pincel y tinta, trazó un único y elegante poema en un rollo de seda. Samu lo tradujo:
"La Canción del Mundo desafina. Una nota falsa, alta y brillante, ahoga la armonía. Cuando el Oro canta, el Jade se agrieta."
Mientras tanto, Valkyrie y Zafira hablaron con Furia Roja, el héroe de la superfuerza.
—Es como si mis músculos olvidaran cómo funcionar a veces —se quejó el corpulento héroe—. Un momento estoy levantando un tanque, y al siguiente me cuesta abrir un frasco de pepinillos. Y todo empeora después de las grandes batallas en equipo.
Mientras hablaban, Zafira paseaba, aparentemente aburrida. Pero sus ojos de genio captaban cosas que los demás no veían. Sintió un residuo en el aire, una fragancia mágica casi imperceptible. Olía a poder inmenso, a deseo cumplido... y a una pizca de amarga ironía, como una broma cósmica.
De vuelta en la base, uní todas las piezas.
<NATALIA D.>: Los incidentes no son aleatorios. —Proyecté un mapa holográfico de Aegis City. Cientos de puntos rojos marcaban los "fallos" de la realidad—. Forman un patrón claro. Ocurren en ondas concéntricas que emanan de puntos específicos.
<UMBRA>: ¿Zonas calientes? ¿Lugares específicos?
<NATALIA D.>: No son lugares. Son eventos. —Superpuse una nueva capa de datos en el mapa: la agenda pública del Paladín de Oro—. Cada zona caliente, cada onda de inestabilidad, corresponde a una aparición pública, una batalla o incluso una rueda de prensa del Paladín. La correlación es del 99.7%.
Destello se acercó al mapa, sus ojos moviéndose a una velocidad increíble mientras lo comprobaba todo.
<DESTELLO>: El poema del Golem... "Cuando el Oro canta". El malestar de Furia Roja... siempre después de luchar junto al Paladín. Los fallos... son más fuertes donde él ha estado.
Un silencio tenso llenó la sala. La conclusión era ineludible y aterradora.
<VALKYRIE>: El epicentro del colapso... no es un lugar. Es una persona.
Miramos el mapa, donde la imagen heroica y sonriente del Paladín de Oro flotaba sobre los datos de la decadencia universal. El mayor héroe del mundo era la enfermedad que lo estaba matando. Sabíamos la causa.
Ahora venía la parte difícil: ¿cómo se le dice a un mundo que su salvador es su verdugo? ¿Y cómo se detiene a un ser que es, por definición, invencible?
CONTINUARÁ...
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