viernes, 12 de septiembre de 2025

La Dama de Encajes y la Bruja de Batalla (7): Consenso en el Corazón del Caos



La corrupción cristalina se arrastraba por el hombro de Kaelen como una marea negra, devorando su carne al ritmo de las alarmas parpadeantes. La realidad dentro del laboratorio se deshacía, las esquinas de la habitación parecían curvarse y los instrumentos vibraban en disonancia con las leyes físicas que se suponía debían medir.

<SAMU (vía comunicador)>: ¡Voy a intentar contenerlo en un bucle temporal! ¡Quizás pueda ralentizarlo!

<VALKYRIE>: ¡Negativo! ¡Cualquier magia mayor solo añadirá más caos a la ecuación! ¡Nos arriesgamos a una implosión de la realidad!

Valkyrie se preparaba para actuar, para arrastrar a Kaelen, con laboratorio y todo si era necesario, a un lugar seguro. Era una solución de fuerza, una evacuación. Pero yo vi la verdadera naturaleza del problema. No era el laboratorio el que fallaba, era el universo.

<NATALIA D.>: ¡Alto! ¡Las dos! Pelear es inútil. No podemos combatir los síntomas, tenemos que reescribir la causa raíz. ¡La física de este lugar!

Me miraron a través de sus visores, la confusión mezclada con la urgencia.

<NATALIA D.>: Kaelen mantuvo este lugar estable porque su voluntad era la única ley. Ahora somos cinco mentes, cinco voluntades, cada una proyectando una versión sutilmente diferente de la realidad. Estamos creando una interferencia destructiva. Para salvarlo, para estabilizar este laboratorio, tenemos que... ponernos de acuerdo.

<ZAFIRA>: ¿Acordar en qué? ¿En que sus elecciones de decoración son deprimentes?

<NATALIA D.>: En todo. En la velocidad de la luz. En la constante de la gravitación universal. En la carga de un electrón. Tenemos que crear un consenso de conciencia. ¡Tenemos que creer en las mismas leyes físicas, juntas, al mismo tiempo!

Kaelen me miró desde el suelo, donde había caído de rodillas. El pánico y la desesperación en sus ojos eran el mayor obstáculo.

<KAELEN (transmitiendo desde su terminal)>: ¡Es imposible! ¡Mi control se ha ido! ¡Todo se acaba!

<VALKYRIE>: No. No se acaba.

La voz de Valkyrie fue la primera en anclar la esperanza. Se arrodilló, no junto a Kaelen, sino en el centro de la habitación, adoptando una postura de meditación. Su determinación era absoluta. Vi en sus ojos un reflejo de su propia historia, una convicción forjada en el fuego de ser juzgada por los pecados de otros.

<VALKYRIE>: Todo el mundo merece una oportunidad de enmendar sus errores. Sin importar de dónde vengan o quién sea su familia. Vamos a darle esa oportunidad. Nat, dinos qué hacer.

Su firmeza fue el catalizador. Asentí, tomando mi papel como directora de esta extraña orquesta de realidades.

<NATALIA D.>: Conectaré nuestros comunicadores a un bucle neuronal compartido. Proyectaré un modelo simplificado de una realidad estable en vuestras mentes. No tenéis que entender las matemáticas. Solo tenéis que creer en la imagen. Concéntrense en ella. Viértanla en el mundo con toda la fuerza de su voluntad. Kaelen, ¡escúchame! ¡Tu pánico está borrando las constantes! ¡Deja de pensar en tu muerte y piensa en tu ciencia! ¡Enfócate en las ecuaciones que te trajeron hasta aquí! ¡Son tu única salvación!

Una retícula de luz azul, representando las fuerzas fundamentales del universo, apareció en nuestra visión compartida. Empezamos.

Fue como intentar sujetar el agua con las manos. Al principio, el caos reinaba. La voluntad de Kaelen, anegada en miedo, hacía que la gravedad fluctuara violentamente. Samu, acostumbrada a doblegar la realidad, luchaba por aceptar sus reglas. La mente de Zafira se distraía, añadiendo destellos y adornos innecesarios a la constante de Planck.

<NATALIA D.>: ¡Samu, no luches contra la estructura! ¡Piensa en ella como la gramática definitiva para el hechizo más poderoso jamás creado! ¡Cada ley es una runa en la sinfonía de la creación!

Sentí un cambio. La voluntad de Samu dejó de ser un ariete y se convirtió en un pilar, su energía mágica fluyendo para reforzar las líneas de mi modelo.

<NATALIA D.>: ¡Zafira, deja de decorar! ¡Imagina que estás construyendo el palacio más exquisito! ¡Cada ley es una proporción perfecta, una simetría divina que lo mantiene en pie! ¡Necesito tu sentido de la estética para darle elegancia y estabilidad!

Los destellos de Zafira cesaron. En su lugar, la retícula de la realidad adquirió una belleza y una solidez cristalina, como si un maestro artesano la estuviera puliendo.

<NATALIA D.>: ¡Val! ¡Tú eres nuestro escudo! ¡No empujes hacia adentro, empuja hacia afuera! Usa tu voluntad como un campo de fuerza para proteger nuestro frágil consenso del caos de esta dimensión. ¡Sé la muralla que mantiene el orden!

La voluntad de Valkyrie se manifestó como una presión palpable, una cúpula protectora que nos aislaba. Kaelen, anclado por nuestra determinación, finalmente encontró su foco. Su mente de genio se aferró a las ecuaciones, su creencia en la ciencia se convirtió en el motor que impulsaba nuestra realidad compartida.

Y entonces, sucedió.

Las alarmas se silenciaron. Las luces dejaron de parpadear y emitieron un brillo blanco y estable. El aire dejó de vibrar. La corrupción en el cuerpo de Kaelen detuvo su avance, congelada por las leyes inmutables que acabábamos de imponer. Habíamos creado una isla de orden en un océano de locura.

El esfuerzo nos dejó a todas sin aliento, con un sudor frío recorriendo nuestras sienes. Kaelen, temblando, se levantó y, sin decir una palabra, se abalanzó sobre el sintetizador biológico. Con una precisión febril, sus manos volaron sobre los controles, realizando la secuencia final que había sido interrumpida.

Un momento después, la máquina emitió un suave pitido. Un único vial que contenía un líquido plateado y brillante se elevó desde el interior. La panacea. Una dosis.

Kaelen la tomó y se giró hacia mí. Nos miró a cada una de nosotras, y en sus ojos milenarios vimos una gratitud que trascendía las palabras. Nos ofreció el vial.

<KAELEN>: Mi vida está perdida. Mi raza se ha ido. Mi único acto de redención es este. Tómala. Tu mente... tu ciencia... puedes replicarla. Salva a otros. Es más importante.

Era su expiación final. Un sacrificio para enmendar su pecado. Pero yo vi el fallo en su lógica.

<NATALIA D.>: No. Tu biología de Creador es la clave. Sin un sujeto curado que estudiar, una plantilla viva, revertir la ingeniería de esta panacea podría llevarme siglos. No tenemos ese tiempo.

Miré a mis compañeras en el enlace neuronal. No necesité palabras. Vi la misma conclusión en sus mentes. Vi la resolución de Val, la compasión de Samu y el asentimiento solemne de Zafira. El consenso se mantuvo.

Tomé el vial de su mano. Él cerró los ojos, esperando que me fuera. En lugar de eso, presioné el inyector contra su cuello.

—Lo siento —susurré, mientras el líquido plateado se deslizaba en sus venas—. Pero te necesitamos vivo.

La transformación fue explosiva. Kaelen gritó mientras la luz plateada recorría su cuerpo, luchando contra la oscuridad. El cristal negro se hizo añicos, desintegrándose en un polvo inofensivo. La carne pálida y nacarada de los Creadores volvió a crecer, sana y entera. En segundos, el monstruo moribundo fue reemplazado por el ser magnífico que habíamos visto en los archivos de la Biblioteca, completo y curado.

Se miró las manos, temblando, mientras las lágrimas surcaban su rostro. Estaba redimido. No por el sacrificio, sino por la ciencia y una segunda oportunidad.

<NATALIA D.>: Misión cumplida. Hemos asegurado la cura. Y a su conservador. Es hora de irnos a casa.

CONTINUARÁ...

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