Informe de Progreso, Ciclo 34. Narrador: Unidad Siete.
El proyecto que la Jefa Natalia ha denominado "Nexo Cero" es, con mucho, la empresa de construcción más compleja en la que mis dieciocho hermanos y yo hemos participado. Nuestra experiencia previa en la gestión de casinos mágicos, con sus variables de suerte y sus sistemas anti-trampas, palidece en comparación con la tarea de erigir una dimensión artificial en la encrucijada del multiverso.
Nuestra función principal es la gestión y la logística. Mientras la Trinidad Científica (Kaelen, Pesadilla y la Jefa) diseña los anclajes de la realidad y los generadores de portales, nosotros supervisamos la construcción. Hoy ha sido un hito: la llegada de nuestro primer consultor externo.
Maestro Xylar, un renombrado arquitecto Krystallan cuyo cuerpo era una escultura viviente de amatista y luz, llegó a través de un portal estabilizado. Mi tarea era guiarlo a través de la obra y explicarle nuestra visión. Adopté la forma de un capataz humano, práctico y eficiente.
—Maestro Xylar, bienvenido a Nexo Cero —dije, mientras lo conducía al balcón de observación de la Sala de Control Central—. Como puede ver, el diseño se basa en un modelo radial. Once salas principales, conectadas a este nexo.
Desde nuestra posición, la escala del proyecto era vertiginosa. Debajo de nosotros, un abismo de espacio no-formado estaba siendo llenado con la estructura del Nexo. Golems de Jade, prestados por su homónimo como un favor a Valkyrie, movían cimientos del tamaño de montañas. En el centro, la Jefa Natalia, enfundada en su traje de alta gravedad, supervisaba la instalación de un ancla de realidad, una pieza de tecnología de los Creadores que estabilizaría toda la dimensión.
—Once salas —repitió Xylar, su voz era el tintineo de cristales—. Una disposición audaz. ¿Cuál es su propósito?
—Cada sala será una terminal para un nivel de estabilidad universal —expliqué, proyectando un holograma del diseño—. La Sala 10, que llamamos "El Atrio de la Causalidad Perfecta", albergará portales a universos de ciencia pura. La Sala 1, "El Salón de las Posibilidades Hirvientes", se conectará a los reinos de magia caótica.
Señalamos los túneles de tránsito que conectaban las salas en construcción. —La seguridad es primordial. Cada sala está aislada por múltiples barreras de realidad para evitar la "contaminación conceptual". No queremos que un Gato-Demonio de Cheshire, por ejemplo, aparezca en un universo newtoniano y decida que la gravedad es solo una sugerencia.
Xylar asintió, sus facetas cristalinas brillando con aprobación. —Una zonificación de la ontología. Fascinante. Y la estética que han elegido... mármol, oro... un toque clásico para un concepto tan avanzado. Buscan crear un entorno que sea a la vez majestuoso y tranquilizador para los viajeros.
Fue mientras visitábamos la estructura de la Sala 1, donde el equipo del Dr. Pesadilla estaba realizando una prueba de calibración en el primer generador de portales, cuando ocurrió el incidente.
Hubo una fluctuación, un parpadeo en la matriz del portal no más largo que un latido. Pero fue suficiente. Una pequeña criatura, no más grande que un gato terrestre, saltó a través de la apertura antes de que se cerrara. Era un Gato-Demonio de Cheshire joven, con pelaje a rayas de color rosa y morado y una sonrisa demasiado grande para su cara.
El caos fue instantáneo.
Vio una pila de planos y, con un parpadeo, los convirtió en una bandada de pájaros de papel que se dispersaron por la sala. Una soldadora de plasma en manos de un robot de construcción empezó a disparar pompas de jabón iridiscentes. El Gato-Demonio no era malicioso; era un niño en un parque de atracciones perfectamente ordenado.
—¡Alerta de contención! —grité, mi mente de organizador entrando en modo de crisis—. ¡Unidad Dos, asegure el perímetro! ¡No dejes que llegue a los túneles de tránsito!
La Unidad Dos, en su forma de guerrero musculoso, intentó acorralarlo. El Gato simplemente se volvió bidimensional y se deslizó por debajo de su bota. La Unidad Dieciséis, el artista, intentó cautivarlo creando hermosos hologramas de luz. El Gato los devoró con una risita y eructó mariposas.
El verdadero peligro surgió cuando la criatura se fijó en el túnel que conducía a las salas de alta estabilidad. Si llegaba allí, los daños a la realidad podrían ser incalculables. Estábamos usando las herramientas equivocadas. La fuerza, la lógica, el arte... nada de eso funcionaba con el caos puro.
Justo cuando el Gato-Demonio estaba a punto de dar el salto al túnel, una risa clara y melodiosa resonó en la sala. Era Samu. Había sentido la perturbación.
No atacó. No lo contuvo. Simplemente conjuró un ovillo de lana hecho de pura contradicción, que se deshacía y se rehacía a sí mismo en el aire. Lo lanzó al otro lado de la sala.
El Gato-Demonio se detuvo. Sus ojos se fijaron en el juguete imposible. Con un alegre "¡Nyaaa!", dio media vuelta y se abalanzó sobre el ovillo, olvidándose por completo del túnel. Samu se acercó con calma, acarició a la criatura detrás de sus orejas que se desvanecían y la guio suavemente de vuelta al generador de portales, donde la convenció para que saltara de vuelta a casa.
El incidente duró menos de un minuto. Maestro Xylar estaba fascinado. Yo estaba aterrorizado.
Esa noche, reuní a mi equipo.
—Hoy hemos fallado —dije, adoptando mi forma de gerente de negocios, la que usaba cuando las cosas se ponían serias—. Nuestra respuesta fue lenta, ineficaz y casi resulta en un desastre. No fue por falta de poder, sino por falta de contexto.
»Hemos diseñado el Nexo como un aeropuerto, con una seguridad unificada. Pero eso es un error. No estamos construyendo un edificio; estamos construyendo once naciones fronterizas, y cada una tiene sus propias leyes, su propia cultura, su propio idioma. Para vigilar la frontera con el caos, no necesitas un soldado; necesitas un hechicero que entienda el caos. Para una incursión psiónica de un universo de Nivel 7, necesitarás un telépata. Para una amenaza de la dimensión de Aegis City, necesitarás un superhéroe.
El equipo me escuchaba, sus formas cambiando sutilmente mientras procesaban mis palabras.
—Voy a presentar una nueva propuesta a la Jefa Natalia —concluí, mientras un nuevo plan, mucho más complejo y ambicioso, tomaba forma en mi mente—. El Nexo Cero no solo necesita guardias. Necesita "Guardianes de Sala". Expertos nativos, o casi nativos, para cada terminal. Uno por cada tipo de realidad. Nuestra tarea de construcción acaba de volverse infinitamente más complicada.
CONTINUARÁ...

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