El viaje interestelar, ese pilar de la ciencia ficción, a menudo se presenta con naves que desafían la física, acelerando a múltiples G's sin inmutarse. Sin embargo, para los físicos que se han tomado en serio la idea, el verdadero villano nunca fue la distancia o la velocidad de la luz, sino algo mucho más fundamental: la
El Problema Desesperado de la Potencia Específica
La física demostró desde la década de 1940 (gracias a teóricos como Ackerett y Sänger) que si se quiere acelerar una masa a velocidades cercanas a la de la luz, la luz es el portador de momento más eficiente que existe.
El problema real fue identificado por el científico británico Leslie Shepherd en 1952. Para alcanzar las estrellas en un período razonable (menos de 100 años), y acelerar a una tasa cómoda para los humanos (digamos, o ), la potencia requerida por kilogramo de masa de la nave (la potencia específica, ) es astronómica.
La relación se deriva de la conservación del momento y la energía relativista:
Donde es la fuerza de empuje, es la potencia, es la masa, es la aceleración y es la velocidad de la luz.
Si tomamos la aceleración ideal de (1 G):
¡Esto significa que cada kilogramo de la nave requeriría la potencia de una central nuclear! Incluso si reducimos la aceleración por un factor de diez, aún necesitamos una potencia específica de 300 MW/kg. Los cohetes más avanzados que conocemos apenas rozan los 500 kW/kg (motores criogénicos) y los motores iónicos, mucho más lentos y eficientes en combustible, apenas llegan a 100 W/kg.
En resumen: las naves de ciencia ficción que aceleran a 2-5 G expulsando combustible a alta velocidad son sueños imposibles con nuestra física actual.
La Solución de Robert Forward: Dejar el Motor en Casa
La genialidad del físico Robert Forward (propuesta en 1962, apenas dos años después de la invención del láser) fue una respuesta simple y elegante a esta barrera: si el motor es el componente más pesado y la fuente de la potencia insana, ¡deja el motor en casa!
La idea de la vela de luz impulsada por láser (o lightsail) resuelve el problema de la potencia específica de la siguiente manera:
Motor Estacionario (La Fuente de Poder): La enorme fuente de energía (el "motor" de 3 GW/kg) se construye y se opera en el sistema solar (o en órbita terrestre).
Transferencia de Impulso: Esta fuente enfoca un rayo láser extremadamente potente hacia la nave.
Vela (El Receptor): La nave espacial es esencialmente una gigantesca y ultraligera vela reflectante. Esta vela capta el impulso de los fotones del láser (presión de radiación), transfiriendo la potencia generada en casa al vehículo que viaja.
Dado que la masa seca () de la nave estelar se reduce drásticamente (solo la vela y la carga útil), el requisito de potencia específica se vuelve manejable para el vehículo, aunque la infraestructura terrestre sea monumental.
El Desafío de la Difracción y la Termodinámica
Forward y su colega Georg Marx (quien propuso la idea independientemente en 1966) inmediatamente se enfrentaron a dos problemas fundamentales:
A. La Difracción (El Enfoque del Rayo)
A distancias de años luz, cualquier rayo de luz se difracta y dispersa. Para mantener la intensidad necesaria en la vela, el rayo láser debe mantenerse enfocado. La distancia de enfoque () depende de la longitud de onda (), el diámetro de la vela () y el diámetro del emisor ():
Conclusión de Forward: Para un láser óptico ( de longitud de onda), esto requeriría que tanto el emisor como la vela tuvieran diámetros del orden de 100 a 1000 kilómetros. Aunque parecen irrealmente grandes, Forward concluyó que son físicamente posibles.
Alternativa de Marx: Marx, creyendo que tales tamaños eran imposibles, propuso reducir drásticamente la longitud de onda () a rayos X. Esto reduciría el tamaño del emisor y la vela a cerca de 1 km. Aunque los rayos X se absorben (perdiendo la mitad del empuje), Marx lo consideró un compromiso viable, a pesar de que los láseres de rayos X de esa potencia aún no existen.
B. El Límite Térmico
Una vela no es un reflector perfecto; absorberá una pequeña porción de la energía del láser (alrededor del 4%). Esta energía absorbida calienta la vela hasta alcanzar una temperatura de equilibrio. Esta temperatura () no debe superar un límite de seguridad (por ejemplo, 2/3 del punto de fusión del material) para evitar la destrucción.
Forward concluyó que, incluso con una vela de aluminio perforado (una idea detallada por Eric Drexler en 1977), esta limitación térmica impone un límite superior a la aceleración. Sin embargo, en conjunto con el problema de la difracción, el concepto seguía siendo físicamente viable.
El Problema del Frenado: La Parada del Viaje
La ventaja de dejar el motor en casa se convirtió en su mayor defecto: ¿Cómo frenar al llegar al destino? El flujo de energía de la estrella objetivo es demasiado débil para desacelerar la nave.
Este problema mantuvo el trabajo de Forward "incompleto" durante casi veinte años.
La Solución de Marx (1980): Negociar con una civilización avanzada en el destino para que ellos envíen un rayo láser y desaceleren nuestra nave (y viceversa).
La Solución Propuesta (Anillo de Lorentz): Lanzar la nave lejos de la estrella, desplegar un cable largo y usar el campo magnético galáctico y la fuerza de Lorentz para girar la nave hacia el objetivo. Luego, el láser terrestre podría apuntar a la parte trasera de la vela para desacelerarla.
La Solución Definitiva de Forward (1982): La solución maestra se basó en una ley simple de la física de colisiones: usar la vela como espejo de frenado.
La vela se diseña en dos etapas: una pequeña nave interna (la carga útil) y un gran anillo externo (la vela de frenado).
Al llegar al destino, se separa la carga útil.
El pulso de frenado es enviado desde la Tierra y se refleja en el gran anillo externo. El anillo actúa como un espejo secundario gigante, enfocando el rayo láser en la pequeña nave interna, desacelerándola.
Esta innovación final permitió a Forward publicar su trabajo en 1984, incluyendo el diseño de un viaje de ida y vuelta a 0.5c (la mitad de la velocidad de la luz), y cimentó el concepto de la vela impulsada por láser como la solución más realista, basada en la física, para alcanzar las estrellas.
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