viernes, 31 de octubre de 2025

La Dama de Encajes y la Bruja de Batalla (21): El Gambito de los Dioses Pacientes


 

En un balcón que se asomaba a un mar de nebulosas arremolinadas, donde las galaxias nacían y morían como el plancton en un océano, dos figuras observaban una única y brillante estrella. La estrella era el universo de bolsillo de Natalia, y para ellos, era tan fácil de leer como un libro abierto.

Uno era un Netherlord, su armadura de obsidiana absorbía la luz de la creación a su alrededor. El otro era una figura envuelta en sedas que se movían como el humo, la mujer serpiente, la oráculo Cassandra.

—El catalizador funciona según lo previsto —dijo el Netherlord, su voz era el retumbar de continentes al chocar—. La Trinidad Científica, como la llaman, está a punto de alcanzar el éxito. La variable de Nivel 9 que introdujimos, la chica D., ha demostrado ser... excepcionalmente eficaz.

Cassandra no miró al Netherlord. Sus ojos dorados y sin párpados estaban fijos en el punto de luz. <La casualidad es solo un hilo en un tapiz que ya ha sido tejido> —su voz no sonaba, sino que era en la mente del Netherlord—. <La enviasteis a por una piedra. Sabíais que encontraría a los hijos rotos de Kaelen. Sabíais que su compasión la obligaría a buscar una cura.>

—Prevímos una alta probabilidad de ese resultado —corrigió el Netherlord—. Tu visión confirmó la inevitabilidad. El genio de Kaelen, la obsesión de Pesadilla y la lógica de Natalia. Juntos, pueden lograr en meses lo que les habría llevado eones por separado.

<Y ahora, ella tiene la llave de dos reinos> —continuó Cassandra—. <La cura que ansían los supervivientes, y el conocimiento que anheláis vosotros. La chica que empezó como un error administrativo se ha convertido en la pieza central del juego.>

—Toda gran ecuación necesita un punto de apoyo para mover el universo —dijo el Netherlord, mientras observaba cómo la luz del universo de bolsillo brillaba con una intensidad renovada—. Y ella está a punto de moverlo.


El aire en mi laboratorio crepitaba con una energía que era casi tangible. En el centro de todo, Kaelen, el Dr. Pesadilla y yo trabajábamos en una danza de ciencia frenética y sincronizada.

Kaelen, en su forma de Creador restaurada, era pura elegancia teórica. Trazaba ecuaciones de nanotecnología en un holograma con la gracia de un director de orquesta, delineando la estructura original de la Panacea. "La clave no está en destruir el código corrupto", explicaba, "sino en recordarle su propósito original: la simetría, la reparación, la vida".

Al otro lado del laboratorio, el Dr. Pesadilla era una fuerza de la naturaleza. Con Val a su lado, una presencia tranquila que mantenía a raya los peores filos de su obsesión, se enfrentaba a los problemas más complejos. Le asigné la tarea de romper las defensas mutagénicas que Kaelen había añadido a la plaga. Vi cómo sus manos volaban sobre consolas, procesando terabytes de datos, su mente de "científico loco" encontrando atajos imposibles a través de la lógica del caos. Era nuestro ariete intelectual.

Y yo estaba en el centro, la ingeniera. Tomaba la teoría de Kaelen y los datos brutos de Pesadilla y los convertía en un código aplicable. Era la traductora, la que unía el arte antiguo con la ciencia furiosa, escribiendo el protocolo final que no solo curaría, sino que sería estable y seguro.

—¡Lo tengo! —exclamó Pesadilla de repente—. ¡Una cascada de resonancia inversa! ¡Podemos hacer que el código de la plaga se devore a sí mismo!

—¡Sí! —confirmó Kaelen, sus ojos brillando—. ¡Eso creará la apertura perfecta para reintroducir la directiva de la Panacea! ¡Natalia, ahora!

Canalicé sus descubrimientos en la secuencia final. El sintetizador biológico zumbó, procesando la ecuación final. Y entonces, un silencio absoluto. En la cámara de síntesis, un único vial se llenó de un líquido plateado que brillaba con una luz suave y saludable.

Lo habíamos conseguido. La cura era real.


Más tarde, en la tranquilidad de mi estudio, sostuve el Ansible de los Cybrids. La euforia del descubrimiento había dado paso a una fría claridad. La misión a Aethelburg. El encuentro "casual". Los Cybrids, los últimos vestigios de la raza que dominó el viaje no mágico. La profecía de Cassandra.

No éramos aventureras. Éramos la herramienta de un dios paciente.

Con una nueva y pesada comprensión de mi papel en este juego cósmico, activé el dispositivo. El cristal oscuro vibró y el enlace se estableció. El texto apareció en mi pantalla.

<CYBRID LÍDER>: Habéis tardado.

<NATALIA D.>: La perfección requiere tiempo. Hemos cumplido. La cura para la Corrupción de Silicio está completa. Es estable y replicable.

Hubo una pausa, larga y cargada de milenios de desconfianza.

<CYBRID LÍDER>: Una afirmación extraordinaria. Requerimos pruebas.

<NATALIA D.>: Las tendréis. Pero nuestra ayuda no es un regalo. Es un intercambio. La cura, y con ella la supervivencia de vuestra raza, a cambio de vuestra herencia. Acceso total y sin restricciones a todos los archivos, datos y tecnología superviviente de vuestros antepasados sobre el viaje interdimensional.

La respuesta tardó exactamente catorce segundos. El tiempo que su mente colectiva tardó en analizar cada variable, cada riesgo, cada posible resultado.

<CYBRID LÍDER>: Vuestra propuesta es... lógica. La supervivencia tiene prioridad sobre el secretismo. Sin embargo, una transferencia de datos de esta magnitud no puede hacerse a ciegas. Proponemos un encuentro.

<NATALIA D.>: ¿Dónde?

<CYBRID LÍDER>: Existe una estación neutral, un vestigio de una civilización comercial extinta, conocida como Puerto Meridian. Se encuentra en la grieta temporal del difunto sistema Xylos. Sus protocolos de neutralidad aún están activos. Es un terreno seguro para todas las partes. Traed una muestra de la cura. Nosotros traeremos una muestra de nuestros archivos. Realizaremos un intercambio inicial para verificar la buena fe de ambos.

<NATALIA D.>: ¿Cuándo?

<CYBRID LÍDER>: Estaremos allí cuando lleguéis.

La conexión se cortó.

Me quedé mirando la pantalla en blanco. Puerto Meridian. Una cumbre en el borde del tiempo, donde el futuro de una raza antigua se intercambiaría por la clave del viaje multiversal. Los Netherlords iban a conseguir lo que querían. Y nosotras estábamos justo en el medio, a punto de oficiar el trato más importante de la historia.

CONTINUARÁ...



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