lunes, 27 de octubre de 2025

La Dama de Encajes y la Bruja de Batalla (20): Furia, Fantasmas y la Paladina Dorada



El portal se cerró tras nosotras con un chasquido, arrojándonos desde la calma de nuestro hogar al corazón del caos. El patio de la prisión Aegis era una zona de guerra. Alarmas sónicas (que mis protectores auditivos filtraron a un zumbido sordo) resonaban entre muros de hormigón reventados. A lo lejos, Destello era un borrón rojo luchando contra un ciclón viviente. El Golem de Jade intercambiaba golpes con un bruto de piel rocosa que no cedía ni un centímetro. Y entre las sombras, Umbra se enfrentaba a un espectro intangible que parecía hecho de pesadillas.

—¡Val! ¡Necesitamos ayuda con Carapace! —gritó Destello, su voz sonando extrañamente lenta para él.

—¡Entendido! —respondió Valkyrie, su voz era la de un general tomando el mando de un campo de batalla familiar—. Samu, Zafira, Nat, vuestra prioridad es la entrada al ala médica. ¡Impedid que lleguen al Dr. Pesadilla! ¡Nosotras nos encargamos de estos brutos!

Val se lanzó al combate, un misil escarlata que se estrelló contra Carapace, el bruto de roca, uniéndose al Golem en una batalla de titanes.

Nos quedamos frente a los dos villanos restantes: una mujer delgada cuyos dedos se habían convertido en cables que se hundían en un panel de control, y un hombre con un traje que zumbaba con energía contenida.

—Glitch y Feedback —dije, mi sistema de reconocimiento facial cruzando datos con los archivos de héroes—. Una tecnópata y un absorbente de energía. La combinación perfecta para anular las defensas de una prisión.

Feedback sonrió. —La niña lista va primero.

Lanzó una onda de energía pura. Samu reaccionó al instante, no con un escudo de energía que él pudiera absorber, sino levantando el suelo de hormigón con su magia, creando un muro físico que se desintegró con el impacto.

—¡No puedo usar ataques directos! —gritó Samu—. ¡Zafira, Nat, necesito apoyo!

Glitch, mientras tanto, había conseguido sobrecargar la puerta principal del ala médica, que se abrió con un chirrido metálico. Era mi turno.

<NATALIA D. (vía comunicador)>: No tengo experiencia en combate, pero soy muy buena resolviendo problemas.

Activé el proyector holográfico de mi muñeca, creando tres copias perfectas de Kosmos que cargaron contra Glitch. La tecnópata, sorprendida, redirigió sus ataques a las ilusiones, dándome una apertura. Accioné el protocolo de mi traje, diseñado para operar en planetas de alta gravedad. Los servomotores y las fibras musculares artificiales se tensaron, otorgándome una superfuerza temporal. Arranqué un panel de la pared, exponiendo el cableado principal, y con un tirón que hizo crujir el metal, corté la conexión física de Glitch a la red de la prisión.

—¡Tramposa! —siseó, lanzándome un pulso de retroalimentación neuronal.

Esquivé el ataque activando mi arnés de vuelo antigravitatorio, elevándome en el aire justo a tiempo. Estaba funcionando. Mi equipo científico, usado de forma creativa, me convertía en una "chica gadget" sorprendentemente eficaz.

Pero la situación general empeoraba. Maelstrom, el villano del clima, había logrado atrapar a Destello en un vórtice, y Feedback estaba absorbiendo la energía ambiental de la batalla, volviéndose cada vez más fuerte. Estaban a punto de ganar.

—¡Oh, al diablo con la sutileza! —resonó la voz de Zafira desde mi smartphone—. ¡Es hora de brillar!

El teléfono se elevó en el aire, brillando con una luz dorada cegadora. Zafira se materializó desde el dispositivo, pero no en su forma habitual. La luz la envolvió en una secuencia de transformación digna de una chica mágica. Cuando la luz se disipó, flotaba en el aire, irradiando un poder que hizo que todos, héroes y villanos, se detuvieran a mirar.

No llevaba armadura completa. Fiel a su estilo, solo las piezas más icónicas del traje del Paladín de Oro se habían formado sobre su cuerpo: el casco alado, los guanteletes dorados, las grebas y un peto que parecía más una joya que una protección. El resto era ella, envuelta en un aura de poder puro. Se había convertido en la Paladina.

—El recreo ha terminado, chicos malos —dijo, su voz resonando con un poder casi divino.

Se movió. Era más rápida que Destello, una estela dorada que apareció junto a Maelstrom y deshizo su ciclón con un simple gesto. Luego se enfrentó a Feedback, que intentó absorber su energía. Fue como intentar beber de una manguera de incendios. Feedback se sobrecargó en un segundo, colapsando en el suelo, humeando por el exceso de poder. Con una facilidad pasmosa, neutralizó a los villanos restantes, dejando un campo de batalla silencioso y a un grupo de héroes y villanos completamente atónitos.


Cuando las autoridades y los medios de comunicación llegaron, la escena era clara: los villanos, derrotados. La prisión, asegurada. Y en el centro de todo, Valkyrie, de pie junto a sus antiguos camaradas, con su equipo de otro mundo a su lado.

Fue Kosmos, que aterrizó tras asegurar la órbita, quien selló el trato. Puso una mano sobre el hombro de Val, frente a las cámaras.

—Aegis City casi pierde su prisión más importante esta noche. Los héroes de la ciudad estaban al límite. La balanza la inclinó una de los nuestros. Una heroína a la que esta ciudad le falló. Valkyrie acaba de salvar incontables vidas. Es hora de que vuelva a casa.

La multitud de periodistas y ciudadanos vitoreó. El gobierno, acorralado por la evidencia y la aclamación pública, no tuvo más remedio que reinstaurar provisionalmente la licencia de heroína de Valkyrie.

Con su estatus restaurado, nos concedieron acceso al ala médica. El reencuentro entre Val y su padre fue breve y cargado de emoción. El Dr. Pesadilla, débil pero lúcido, lloró al ver a su hija.

Fue entonces cuando intervine, presentando mi propuesta a Kosmos y a los líderes del gobierno. Les hablé de Kaelen, de la Panacea, de la amenaza de los Cybrids. Y les expliqué la naturaleza del "Síndrome de Frankenstein" de Pesadilla.

—En vuestro mundo —dije—, es una amenaza. En el nuestro, bajo mi supervisión, sus ataques obsesivos pueden ser canalizados. Tenemos un laboratorio capaz de materializar cualquier cosa que su mente pueda concebir para un proyecto. Su presencia junto a Val lo mantiene estable. Su genio, combinado con el de Kaelen, podría acelerar la creación de una cura que salvaría a toda una raza. Déjenme que me lo lleve. Conviertan su prisión en un exilio productivo.

Kosmos, el verdadero héroe que era, vio la lógica y la compasión en mi plan. Apoyó mi propuesta.

El gobierno, ansioso por librarse de la responsabilidad de un supervillano tan notorio, aceptó. El Dr. Pesadilla sería exiliado a nuestro universo de bolsillo, bajo mi custodia.

Al salir de la prisión, Val caminaba más erguida que nunca. No solo había sido readmitida, sino que por primera vez, tenía a su padre con ella, no como un villano al que combatir, sino como un paciente al que ayudar y un padre al que recuperar. Habíamos llegado para impedir una extracción, y nos íbamos con una. Pero esta vez, era una extracción hacia la esperanza.

CONTINUARÁ...

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