lunes, 13 de junio de 2011

Luna roja

Fuente: http://danielmarin.blogspot.com/2011/05/luna-roja.html

En los años 60 del siglo XX tuvo lugar un acontecimiento único en la historia de la humanidad. Espoleadas por su enfrentamiento mundial en plena Guerra Fría, las dos superpotencias decidieron llevar su rivalidad al espacio con el fin de intentar poner un hombre en la Luna. La competición finalizaría cuando Neil Armstrong puso un pie en el Mar de la Tranquilidad en julio de 1969. Durante años, la Unión Soviética negó que hubiese participado en la carrera lunar y muchos pensaron que Estados Unidos había competido en solitario. Pero estaban equivocados. La URSS se esforzó por adelantarse al programa Apolo de la NASA… aunque no se puede decir que lo intentara con todas sus fuerzas. Ésta es la historia del programa lunar soviético.

Esta entrada ha sido realizada conjuntamente por Paco Arnau de Ciudad Futura y Daniel Marín de Eureka. Vuestros comentarios serán bienvenidos en ambos sitios. Este trabajo común parte de nuestra convicción de que la Red debe servir para colaborar y compartir ideas, conocimientos e iniciativas.


Viajar a la Luna

En
1960, la oficina de diseño OKB-1 del mítico ingeniero jefe Serguéi
Pávlovich Koroliov había conseguido lo inimaginable. En el transcurso de
sólo tres años fue capaz de poner en órbita el primer satélite
artificial de la Tierra (el Sputnik), el primer ser vivo en el espacio
(Laika) y las primeras sondas hacia la Luna, entre otros muchos logros.
El siguiente objetivo era lanzar un hombre al espacio y para ello estaba
diseñando un nuevo tipo de nave, la Vostok 3KA

(Восток, "oriente"). Todos estos éxitos eran el resultado directo de la
enorme potencia del cohete R-7 Semiorka, el primer misil
intercontinental de la historia, también obra de Koroliov.

En
realidad, en un principio el gobierno soviético no había mostrado
ningún interés especial en explorar el espacio. El trabajo de Koroliov
debía limitarse a diseñar misiles para los militares, que eran los que
pagaban las costosas facturas del proyecto. Pero la impresionante
repercusión mediática del Sputnik pronto hizo cambiar de opinión a
Jruschov, quien vio en las hazañas espaciales una magnífica oportunidad
para promocionar los triunfos del modelo soviético en el mundo entero.
Al otro lado del Atlántico, los políticos estadounidenses llegaron a la
misma conclusión, aunque quizás un poco más tarde. El espacio se había
convertido en el nuevo campo de batalla mediático de la Guerra Fría.

Gagarin y el Apolo

El 12 de abril de 1961 despegaba la primera nave tripulada de la humanidad, la Vostok 1. El vuelo de Yuri Gagarin
desataría una serie de acontecimientos que cambiarían la historia de la
exploración del espacio para siempre. A veces se habla del "momento
Sputnik" para definir la sensación de impotencia y humillación que
sufrió EEUU cuando la URSS se les adelantó a la hora de poner en órbita
el primer satélite artificial. Sin embargo, el "momento Gagarin" fue
mucho peor. En esta ocasión, los estadounidenses no podían esgrimir la
excusa de que el lanzamiento les había cogido por sorpresa.

El
gobierno norteamericano había creado en 1958 una agencia espacial
civil, la NASA, con el objetivo expreso de ganar a "los rusos" en la
carrera por poner un hombre en órbita. La conmoción en todo el país fue
mayúscula. Quizás, después de todo, la URSS era una nación mucho más
avanzada tecnológicamente y no había nada que hacer al respecto.

Intentando
refutar esta idea, el 25 de mayo de 1961 el presidente John F. Kennedy
pronunció su famoso discurso ante el Congreso de EEUU, embarcando a toda
la nación en una aventura increíble. “Antes de que termine la década”,
anuncia Kennedy, “pondremos un hombre en la superficie lunar y lo
traeremos de vuelta sano y salvo”. Un desafío simple a la vez que
ambicioso. Visto desde la perspectiva actual, el discurso de Kennedy
quizás no parezca demasiado revolucionario, pero hay que tener en cuenta
que en el momento de pronunciarlo ningún ciudadano estadounidense había
alcanzado la órbita terrestre. 

Kennedy
había lanzado el reto y ahora había que llevarlo a cabo. Poco después,
la NASA aprobaría el programa Apolo para poner un hombre en la Luna.
Nadie sabía cuál sería la respuesta soviética... aunque estaba claro que
aceptarían el desafío.

Alrededor de la Luna: 1L y 7K-9K-11K

En
la URSS los primeros planes realistas para viajar a la Luna se
remontaban a 1958, cuando Koroliov había encargado un estudio sobre la
viabilidad de una misión de este tipo. En 1959, el Departamento nº 9 de
la OKB-1, dirigido por Mijaíl Tijonrávov, había propuesto un proyecto de
sobrevuelo lunar utilizando varios cohetes R-7 para ensamblar en órbita
baja una nave capaz de dirigirse hacia la Luna.

En
un principio se pensó en utilizar la nueva Vostok 3KA para esta misión,
pero la Vostok no era la mejor nave para misiones más allá de la órbita
baja. Su forma esférica era inadecuada para soportar la tremenda
deceleración que debía sufrir un cosmonauta al regresar de la Luna
durante una reentrada atmosférica a 11 km/s, cercana a veinte veces la
aceleración de la gravedad terrestre. 

Por
suerte, la OKB-1 finalizó en 1962 el diseño de la siguiente nave
tripulada soviética, la Soyuz (Союз, “Unión”), dotada de una cápsula en
forma de campana que le permitiría cierta capacidad de maniobra durante
el descenso a través de la atmósfera. A diferencia de las Gemini y Apolo
norteamericanas, formadas por dos módulos (la cápsula tripulada y el
módulo de servicio), la Soyuz estaba dividida en tres secciones: módulo
orbital (BO), aparato de descenso (SA) y módulo propulsivo (PAO); lo que
permitía maximizar el volumen interno de la nave al mismo tiempo que se
limitaba la masa total del vehículo. Curiosamente, la NASA descartó un
diseño similar para su nave Apolo (la Apollo D-2
de General Electric), prefiriendo una configuración mucho más conservadora propuesta por la empresa North American.

Pronto
se propuso usar la Soyuz —por aquel entonces todavía denominada Séver
(Север, “norte”)— para realizar una misión de sobrevuelo de nuestro
satélite. El proyecto se llamó 1L y preveía el lanzamiento de tres
cohetes derivados del R-7 con el fin de poner en órbita dos módulos no
tripulados con combustible y una nave Séver. El proyecto 1L permitía
realizar una misión lunar usando solamente cohetes R-7 y pequeños
módulos, pero por aquel entonces las operaciones de acoplamiento y
trasvase de combustible en órbita baja eran un desafío tecnológico de
primer orden. No obstante, Koroliov cambió repentinamente de opinión y
ante los retrasos en el desarrollo de la Soyuz decidió modificar el
programa 1L sustituyendo la nave Séver por una nave Vostok modificada
denominada 7K. Este plan sería presentado el 10 de marzo de 1962 y en él
aparece por primera vez el nombre de "Soyuz", aunque como vemos se
utilizó para designar un proyecto protagonizado por una variante de la
nave Vostok. Para evitar confusiones, este plan suele recibir el nombre
de Vostok-7.


Pero
este proyecto no duraría mucho y a mediados de 1962 Koroliov vuelve a
cambiar de idea. Como resultado, el 24 de diciembre de 1964 sería
aprobado un nuevo plan de sobrevuelo lunar denominado 7K-9K-11K para
mandar a dos cosmonautas alrededor de la Luna. La 7K —no confundir con
la Vostok 7K anterior— sería una variante de la nave Séver con una masa
de 5,5-5,8 toneladas y una longitud de 7,7 metros. Su forma sería
básicamente similar a la Soyuz que todos conocemos, aunque el módulo
orbital tenía forma cilíndrica y no esférica. La 9K sería un módulo de
propulsión que aceleraría la nave 7K hasta los 11 km/s y la situaría en
una trayectoria hacia la Luna. La 9K tendría una masa de 5.800 kg, 7,8
metros de longitud y estaría dividida en dos secciones: 9KN —desechable—
y 9KM. Los tanques de combustible de la 9K estarían vacíos, por lo que
se tendría que acoplar con cuatro naves 11K para trasvasar los
propergoles necesarios. Cada una de las 11K tendría una masa de 6.100 kg
y 4,5 metros de longitud. Conviene señalar que en ocasiones se suele
denominar incorrectamente al proyecto 7K-9K-11K como Soyuz A-B-V (A, B y
V son las tres primeras letras del alfabeto cirílico), pero ésta es una
clasificación inventada por algunos autores soviéticos a principios de
los años 80 cuando el proyecto 7K-9K-11K era aún secreto de Estado.

Objetivo: pisar la Luna

De izquierda a derecha: Serguéi Koroliov, Vasili Mishin, Valentin Glushko y
Vladímir Cheloméi

El
proyecto 7K-9K-11K era ambicioso pero no lo suficiente. Mientras los
soviéticos ideaban planes para circunnavegar la Luna, la NASA tenía como
objetivo poner un hombre sobre nuestro satélite. Si la URSS no hacía
nada para remediarlo, el triunfo de la NASA sería aplastante. Porque una
cosa es lanzar una nave
alrededor de la Luna y otra muy distinta aterrizar en
su superficie. Las inexorables leyes de la mecánica celeste implican
que el gasto energético en este último caso es increíblemente mayor.
Para pisar la Luna sería necesario emplear un cohete mucho más grande y
potente que el venerable R-7
Semiorka. A principios de los años 60, la NASA ya había comenzado a diseñar los cohetes gigantes Nova y Saturno bajo la supervisión del ingeniero alemán Wernher von Braun, artífice del tristemente famoso misil nazi V-2 (A-4).

Por
supuesto, la OKB-1 era consciente de este problema y desde 1960 venía
diseñando un cohete gigante denominado N1 (la "N" viene de носитель;
nositel,
"portador", "lanzador") u 11A51 y que debía servir como base para una
familia de lanzadores más pequeños, como el N2 y el N3. El N1 fue
diseñado en principio para una misión a Marte, el objetivo preferido de
Koroliov, pero la competición con los norteamericanos y la proximidad de
nuestro satélite hacían del N1 un candidato perfecto para ser usado en
una misión lunar y terminaría por convertirse en la réplica soviética al
famoso Saturno V

de la NASA. No obstante, el proyecto N1 pronto tuvo que enfrentarse a
un conflicto que resultaría decisivo y que en última instancia sellaría
el destino del programa lunar soviético.

Glushkó y Koroliov: el enfrentamiento lunar

El
principal fabricante de motores cohete en la Unión Soviética era la
oficina OKB-456, dirigida por Valentín Petróvich Glushkó. Koroliov y
Glushkó tenían a sus espaldas una turbulenta relación que se remontaba a
los años 30, cuando fueron colegas de trabajo en el RNII, el primer
instituto de investigación del mundo dedicado exclusivamente al
desarrollo de cohetes. En 1938, en pleno apogeo del terror estalinista,
ambos fueron arrestados por el NKVD bajo la absurda acusación de ser
saboteadores a sueldo de una potencia extranjera. Para complicar las
cosas, Glushkó sería uno de los ingenieros que delató a Koroliov durante
los interrogatorios. 

Sin embargo, tras una brutal estancia en el Gulag
que estuvo a punto de costarle la vida en varias ocasiones, Koroliov
volvería a trabajar con Glushkó durante la Segunda Guerra Mundial,
aunque esta vez como subordinado suyo. Terminada la guerra, los dos
hombres se convertirían en los protagonistas del esfuerzo soviético para
hacerse con la tecnología del cohete V-2 alemán, aunque el proceso
culminaría con la construcción del R-7, un lanzador multietapa que
dejaba muy atrás el diseño de los V-2 y cuyos motores RD-107 y RD-108
serían obra de Glushkó.

Koroliov se mostraba partidario de emplear queroseno y oxígeno líquido en sus cohetes debido a su gran eficiencia (alto impulso específico),
mientras que Glushkó prefería el uso de combustibles hipergólicos (la
mayoría derivados del ácido nítrico y la hidracina). Este tipo de
propergoles es capaz de entrar en ignición cuando se mezclan, motivo por
el cual permiten en principio la construcción de motores más simples.
Además pueden permanecer casi indefinidamente almacenados en el interior
de un cohete, una característica muy útil para un misil balístico. Pero
hay que pagar un precio muy alto por estas ventajas: los combustibles
hipergólicos son menos eficientes además de ser altamente tóxicos.
Koroliov se oponía vehementemente a emplear en sus ingenios “el veneno
del diablo”, como los solía llamar. 

Koroliov
pensaba que el rechazo de Glushkó a este tipo de combustibles se basaba
en su incapacidad a la hora de diseñar motores criogénicos potentes. De
hecho, el ingeniero jefe había quedado bastante decepcionado con el
trabajo de Glushkó en el proyecto R-7. En realidad —y aunque el punto de
vista de Koroliov no era del todo equivocado— la decisión de Glushkó
tenía un origen más pragmático. En aquella época la mayor parte de
motores de la OKB-456 se destinaba a misiles hipergólicos fabricados por
las oficinas de Mijaíl Yangel (OKB-586) y Vladímir Cheloméi (OKB-52).
Consecuentemente, Glushkó consideraba que la construcción de grandes
motores criogénicos era una pérdida de tiempo y de recursos para su
oficina, así que presionó con todas sus fuerzas para que Koroliov
también emplease combustibles hipergólicos como el resto de sus
"clientes".

La
rivalidad entre Koroliov y Glushkó ha adquirido con el tiempo la
categoría de leyenda y no resulta extraño que algunos autores confundan
los hechos con medias verdades. Contrariamente a lo que mucha gente
piensa, el conflicto entre los dos ingenieros no nació con el cohete N1,
sino que se remonta a la fase de diseño del misil R-9
. El R-9 debía ser la respuesta de la OKB-1 al exitoso R-16 de
Yangel (el primer misil intercontinental soviético operativo), pero el
enfrentamiento por el tipo de combustible obligó a Koroliov a recurrir a
otro fabricante. Cansado de las disputas con Glushkó, Koroliov se
dirigió a la oficina OKB-276 de Nikolái Kuznetsov. La OKB-276 tenía por
entonces una gran experiencia en la construcción de motores a reacción
para aviones pero era una recién llegada al campo de los motores
cohete. 

Nikolái Kuznetsov, a la izquierda, con un motor NK-33 derivado del NK-15. A la derecha, un N1 es transportado hasta una de las dos rampas construidas para el programa en Baikonur.

Pese
a todo, la OKB-276 logró diseñar en un tiempo récord el motor NK-9
(8D517) para el misil R-9, una verdadera maravilla de la ingeniería. El
NK-9 usaba un novedoso esquema de combustión por etapas (también
denominado de ciclo cerrado), gracias al cual todo el combustible y el
oxidante participan en la propulsión. Este sistema ya se había empleado
en el prototipo D-33 de la OKB-1 y permitía construir motores mucho más
eficientes que los de ciclo abierto diseñados hasta entonces. Eso sí, a
cambio de una complejidad significativamente mayor. El NK-9 sería el
primer motor cohete de ciclo cerrado rico en oxígeno de la historia, un
diseño altamente capaz pero que presenta numerosos problemas prácticos
debido a la corrosión que sufre el metal en contacto con el oxígeno a
alta presión.

A
partir del NK-9, de 38 toneladas de empuje, Kuznetsov crearía el NK-15
(11D51) para el proyecto N1, un motor de 154 toneladas de empuje que
usaba el mismo diseño avanzado de ciclo cerrado rico en oxidante. El
NK-15 sería el punto de partida de los motores NK-15V, NK-19 y NK-21
usados en el resto de etapas del cohete lunar N1. La leyenda nos cuenta
que Kuznetsov no estuvo a la altura del desafío lunar y que sus motores
terminarían siendo la causa del fracaso del N1, algo que es
completamente falso. Cuando décadas después los ingenieros
estadounidenses conocieron las prestaciones de los motores de Kuznetsov y
pensaron que no podían ser ciertas. De hecho, Estados Unidos jamás
desarrolló un motor similar creyendo que las dificultades técnicas no
compensaban el incremento en prestaciones. En los años 70 la oficina de
Kuznetsov crearía el NK-33, una versión mejorada del NK-15 que todavía
se usa en la actualidad. 

Lamentablemente,
por muy bueno que fuese el trabajo de Kuznetsov, la OKB-276 carecía de
la experiencia y de las instalaciones de la oficina de Glushkó. Como
resultado, el NK-15 sólo tendría un empuje de 1500 kN, frente a los 7700
kN del motor F-1
empleado
en la primera etapa del Saturno V del programa Apolo. Para compensar el
bajo empuje del NK-15, el N1 debería hacer uso de un enorme número de
motores en su primera fase (Blok A), complicando sobremanera un diseño
de por sí bastante complejo.

Uno
de los mitos más persistentes relativos al programa lunar soviético es
que la URSS carecía de la tecnología necesaria para diseñar un motor
similar al F-1 del Saturno V. Sin embargo, a principios de los años 60
Glushkó concibió el RD-270
,
un motor hipergólico con una potencia comparable a la del F-1.
Desgraciadamente el desacuerdo con Koroliov impidió que esta tecnología
se aplicase al N1. Por otro lado —como hemos visto—, los NK-15 de
Kuznetsov eran unas maravillosas piezas de ingeniería únicas en el
mundo. De haber contado con más tiempo y dinero —especialmente esto
último— no cabe duda que Kuznetsov podría haber terminado construyendo
un digno rival del F-1 estadounidense.

Cómo viajar a la Luna

Mientras
el N1 iba tomando forma, había que decidir cómo llegar a nuestro
satélite. Hasta ese momento, la mayor parte de los planes lunares
soviéticos contemplaban el uso de varios lanzamientos para ensamblar una
nave en órbita baja terrestre antes de partir hacia la Luna. Este
esquema, denominado EOR (
Earth Orbit Rendezvous)
en la terminología de la NASA, permitía usar cohetes relativamente
pequeños, pero a cambio era necesario efectuar múltiples acoplamientos y
trasvases de combustible en órbita, algo considerado muy arriesgado
para la tecnología de la época. 

La
otra alternativa era el ascenso directo, que requería un único
lanzamiento. El problema era que en este caso el cohete debía ser
excepcionalmente grande y, por lo tanto, increíblemente complejo y caro.
Aunque éste fue originalmente el plan elegido para el programa Apolo,
la NASA optó en 1962 por una técnica intermedia llamada LOR (
Lunar Orbit Rendezvous)
que incluía acoplamientos en órbita lunar. Con LOR sólo era necesario
un lanzamiento, aunque la nave lunar debía dividirse en dos vehículos
distintos para disminuir la masa total del sistema. La NASA introdujo
así el módulo lunar (LM), una nave diseñada exclusivamente para poner
dos hombres en la superficie de nuestro satélite mientras el módulo de
mando y servicio (CSM) del Apolo esperaba en órbita con un tercer
astronauta.

Mientras
la NASA decidía su futuro, en la URSS no existía ningún plan de
alunizaje definido. Habría que esperar al 23 de septiembre de 1963 para
poder ver la primera respuesta soviética al programa Apolo, aunque sin
ningún apoyo oficial. Koroliov presentó entonces tres proyectos
distintos, llamados L1, L2 y L3. El L1 era en realidad el nuevo nombre
que recibiría el antiguo complejo 7K-9K-11K y que aún requería seis
lanzamientos del R-7 Semiorka. El L2 preveía el lanzamiento de varios
vehículos automáticos 13K, antecesores de las sondas lunares con
vehículos Lunojod. Por último, L3 debía ser la respuesta soviética al
Apolo, una respuesta que llegaba mal y tarde y sin la financiación
adecuada... pero una respuesta al fin y al cabo.

En
un principio, L3 utilizaría la técnica EOR para una misión de
alunizaje. Para ello serían necesarios tres lanzamientos del N1 y uno
del R-7 con una Soyuz tripulada. Ante la complejidad logística que
presentaba un número tan elevado de lanzamientos, Koroliov flirteó
brevemente con la idea de utilizar una nave Soyuz sin módulo orbital en
una misión de ascenso directo, pero pronto rechazó esta idea por ser
demasiado arriesgada. Al mismo tiempo, la OKB-1 propuso los proyectos L4
—para situar una nave Soyuz en órbita lunar— y L5, consistente en el
lanzamiento de un Lunojod pesado mediante un N1.
Frente
a la sencillez del plan LOR del Apolo, el programa L3 soviético
original resultaba especialmente complicado. Tras numerosas discusiones,
el 27 de julio de 1963 Koroliov y su lugarteniente, Vasili Mishin,
decidieron adoptar la técnica LOR usando un único lanzamiento del N1.

Nacía
así el proyecto N1-L3, que terminaría por convertirse en el equivalente
soviético del programa Apolo, aunque no sería aprobado formalmente
hasta un año más tarde. Los motivos que provocaron este cambio de EOR a
LOR siguen sin estar nada claros en la actualidad, aunque parece ser que
la decisión de la NASA tuvo una gran influencia en la opinión de
Koroliov.

 

Al
igual que el programa Apolo, N1-L3 preveía utilizar dos naves
distintas, el módulo lunar LK y la Soyuz LOK. La LOK (Лунный Орбитальный
Корабль;
Lunni Orbitalni Korabl,
"nave orbital lunar") u 11F93 era una Soyuz dotada de un módulo de
servicio más grande y con mayor capacidad de combustible. A diferencia
de la Soyuz 7K-OK orbital usaría células de combustible para generar
electricidad en vez de paneles solares. En su parte superior dispondría
de un módulo propulsivo adicional denominado DOK para maniobras
orbitales. El LK (Лунный Корабль;
Lunni Korabl,
"nave lunar") u 11F94 era un módulo lunar con una cápsula presurizada
de forma esférica y con dos motores de 2,05 toneladas de empuje: un
motor principal RD-858 —con una sola cámara con capacidad para regular
el empuje— y un motor de reserva RD-859 —con dos cámaras y de empuje
fijo—. Ambos motores formarían el llamado Blok E (o Blok Ye). A
diferencia del Apolo y para simplificar el diseño, la misión N1-L3
tendría una tripulación de dos cosmonautas. Sólo uno de ellos
descendería hasta la superficie lunar, algo que suponía un riesgo
considerable. Además del LK y la Soyuz LOK, el N1-L3 utilizaría una fase
adicional denominada Blok D para entrar en órbita lunar y descender
hasta la superficie con el módulo lunar LK.


Una típica misión N1-L3 seguiría las siguientes etapas:
  • El
    cohete N1 despegaría desde Baikonur con dos cosmonautas dentro de la
    Soyuz LOK, situada en el extremo superior del cohete. El módulo LK
    estaría situado bajo el LOK en el interior de un compartimento
    cilíndrico durante todo el viaje hasta la Luna.
  • Pocos
    minutos después del despegue, el N1 situaría en órbita baja terrestre
    al Blok G y al conjunto N1-L3 (formado por la Soyuz LOK, el LK y el Blok
    D), con una masa total de 92 toneladas como mínimo.
  • La
    cuarta etapa del N1, el Blok G, encendería su motor NK-19 durante 480
    segundos para situar al conjunto N1-L3 en una trayectoria lunar.
  • Cuando
    el complejo sobrevolase la cara oculta de la Luna, el Blok D se
    encendería para frenar el conjunto en órbita lunar. Después realizaría
    varios encendidos para circularizar la órbita.
  • Para
    ahorrar peso, las dos naves no estarían comunicadas por un túnel como
    en el Apolo, así que el cosmonauta que debía descender a la Luna se
    pondría un traje espacial Krechet ("halcón") y realizaría una actividad
    extravehicular (EVA) para ir desde LOK hasta el LK. El segundo
    cosmonauta usaría un traje Orlán ("águila") para ayudarle en la tarea si
    fuera necesario.
  • Tras
    comprobar que los sistemas funcionan correctamente, el LK con el Blok D
    se alejaría de la LOK y comenzaría el descenso hacia la superficie
    lunar mediante un encendido continuo de su motor. Antes de alunizar
    tendría lugar una maniobra altamente arriesgada, considerada por muchos
    como el talón de Aquiles de la misión. A tan sólo 1,5-2 kilómetros de
    altura, el Blok D se separaría del LK para estrellarse contra la
    superficie. Al mismo tiempo, los motores principales del LK debían
    encenderse para realizar la fase final de descenso. El cosmonauta sólo
    tendría 25 segundos para controlar la nave y buscar un lugar para
    aterrizar antes de que se agotase el combustible.
  • Una
    vez en la superficie el cosmonauta podría realizar una única EVA de
    hasta seis horas de duración para explorar los alrededores y plantar la
    bandera soviética sobre el suelo lunar. El LK estaba dotado con un
    taladro y otros instrumentos para estudiar la superficie desde el
    interior de la cabina.
  • Terminada
    la misión, el Blok E del LK se encendería otra vez y la nave se
    elevaría hasta la órbita usando la estructura de aterrizaje como
    plataforma de lanzamiento. Una vez en órbita, el LK se acoplaría con la
    Soyuz LOK gracias al sistema Kontakt y el cosmonauta realizaría otra
    EVA, esta vez con las rocas lunares, para pasar del LK a la LOK.
  • Por
    último, la Soyuz LOK encendería el Blok I (formado por un motor 5D51 de
    3,388 toneladas de empuje) para abandonar la órbita lunar. Unos tres
    días más tarde la cápsula reingresaría en la atmósfera terrestre sobre
    el Océano Índico a 11,2 km/s, aterrizando finalmente en territorio
    soviético después de una reentrada doble.

Los 30 motores NK-15 de la primera etapa (Blok A) del N1.

Además
de una grave falta de redundancia, el mayor problema al que se
enfrentaba el plan N1-L3 era la masa. Las escasas 75 toneladas de
capacidad del gran cohete N1 hacían casi imposible llevar a cabo una
misión de tipo LOR. Koroliov y Serguéi Kriukov, el responsable del
diseño del N1 dentro de la OKB-1, iniciaron entonces un programa de
choque para aumentar la capacidad de carga del cohete hasta las 92-95
toneladas en órbita baja, consideradas lo mínimo para una misión LOR en
condiciones. Para ello se incrementó el ya de por sí elevado número de
motores NK-15 de la primera etapa de 24 a 30 unidades. Al mismo tiempo
se introdujo el sistema automático KORD para controlar el funcionamiento
de esta
pléyade
de motores. En caso de que algún motor fallase, el sistema KORD debía
redistribuir el empuje de las restantes unidades para evitar que el
cohete se saliese de su rumbo.

Con
el fin de ahorrar peso los tanques de combustible tendrían forma
esférica, un novedoso diseño que le daría al N1 una inconfundible
apariencia cónica. Esta decisión estaba motivada por las limitaciones de
la industria metalúrgica soviética de la época, incapaz de producir
láminas de aluminio de más de 13 milímetros de grosor.

Debido
a su gran tamaño no se podían mandar hasta el cosmódromo las piezas del
N1 por ferrocarril como en el caso de otros lanzadores; así que se
decidió ensamblarlo en Baikonur en posición horizontal dentro de un
gigantesco edificio de montaje (MIK-112) construido
ex profeso (el equivalente al VAB de la NASA en el Centro Espacial Kennedy). 



La indiferencia del gobierno

Más allá de las disputas infantiles
entre ingenieros, el principal responsable del retraso del programa
lunar soviético fue el propio gobierno. Mientras el proyecto Apolo
pronto contó con una organización centralizada y recursos financieros
más que adecuados para el programa lunar, a principios de 1964 la Unión
Soviética aún carecía de un plan oficial para alcanzar la Luna. La
financiación del programa N1 era claramente insuficiente comparada con
el Apolo, pero lo peor fue que el gobierno permitió que otras oficinas
de diseño —especialmente la OKB-52 de Vladímir Cheloméi— siguieran
adelante con planes lunares alternativos, derrochando así los escasos
recursos disponibles y creando una enorme confusión en el plano
organizativo. 

El
3 de agosto de 1964 —tres años más tarde que en Estados Unidos—
llegaría por fin la tan esperada aprobación gubernamental al programa
lunar soviético. Sin embargo, lejos de poner orden, el secretario
general Jruschov complicó aún más el panorama espacial al transferir el
programa L1 de Koroliov a la OKB-52. Vladímir Cheloméi proponía lanzar
su nave LK-1 alrededor de la Luna usando un único lanzamiento del nuevo
cohete UR-500K Protón frente a los seis cohetes
Semiorka
requeridos por la OKB-1 para lograr el mismo objetivo. El jefe de la
OKB-52 se había convertido en el niño mimado de Jruschov y la decisión
del 
premier había
que interpretarla como un triunfo más de Cheloméi en su vertiginoso
ascenso hacia el control del programa espacial soviético.

Como resultado, en 1964 la URSS no tiene uno, sino dos programas
 

lunares: el L1 de Cheloméi para sobrevuelos lunares y el programa de
 

alunizaje N1-L3 de Koroliov. Pero lo cierto es que, a pesar de la
 

aprobación oficial, prácticamente no se destinan fondos adicionales para
 

el N1-L3. Para empeorar las cosas, el gobierno decidió seguir adelante
 

con el programa Vosjod (naves Vostok modificadas) con el fin de llevar a
 

cabo varias misiones de gran impacto mediático.

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