Fuente: Francis (th)E mule
El gran problema de la ciencia en España es que muchos políticos
piensan que basta con invertir en infraestructura para lograr ciencia de
calidad internacional. La inversión estrella es la construcción de
edificios para centros de investigación; da puestos de trabajo (de baja
cualificación), da buena imagen (tanto entre científicos como entre
quienes no lo son) y permite hacerse una foto que aparecerá en todos los
medios (qué bonito es ver al político de turno inaugurando un nuevo
edificio). El problema viene una vez que se ha construido el edificio,
hay que llenarlo de equipamiento e infraestructura científica. En época
de vacas flacas, como ahora con la crisis, el edificio queda abandonado y
punto. En época de vacas gordas, como hace un lustro, no hay ningún
problema, se equipa el edificio con la última tecnología disponible en
el mercado internacional; ahora bien, los contratos públicos y la
“burrocracia” conducen a que lo último de lo último acabe siendo
instalado con un retraso de uno o dos años (lo que en ciertas
tecnologías implica haber perdido uno o dos años de amortización de los
equipos, e incluso que cuando estén instalados ya sean algo obsoletos).
Pero no acaban aquí los problemas. El gran problema es quien usa los
equipos y quien ocupa los nuevos edificios. Todo el mundo se pega ostias
por ver cómo se repartirán los despachos y laboratorios, pero los
políticos no dan un euro para contratar nuevo personal y para formar en
el uso de los nuevos equipos al personal disponible. Como resultado las
nuevas infraestructuras se infrautilizan, en el mejor caso. Eso sí, como
algún científico adscrito al nuevo centro publique algún artículo en
una revista de referencia (como Nature o Science), el político de turno
le visita y se hace una foto dándole la mano. Recomiendo la lectura de
Antonio Martínez Ron, ”La Ciencia abandonada,” lainformacion.com, 7 mayo 2012.
“La falta de inversión ha dejado algunos centros de investigación en
una situación paradójica. Instalaciones desiertas, laboratorios sin
investigadores y megainfraestructuras, como el Instituto de Medicina
Molecular Príncipe de Asturias (IMMPA), que costaron millones de euros,
el IMMPA fue presupuestada en 50 millones de euros, pero permanecen
cerradas y vacías. Son las consecuencias de la falta de dinero, pero
también de la ausencia de una planificación seria en materia
científica. El IMMPA brilla en mitad del campus de Alcalá de Henares
como la silueta de un trasatlántico. Ocupa 50.000 metros cuadrados de
superficie y alberga más de 30 laboratorios, congeladores, incubadoras
de CO2 y un animalario completo, pero en su interior no hay ni un solo
investigador, el edificio está completamente vacío.”
“Amaya Moro-Martín, portavoz de la plataforma Investigación Digna
dice que “En la universidad hay miles de ejemplos;la política expansiva
del ladrillo también se puso en práctica para construir universidades.
Hemos sufrido con los centros de investigación de las mismas malas
costumbres que el resto de la sociedad y la burbuja del ladrillo, la
costumbre de gastarte por encima de tus posibilidades”. La falta de
previsión ha conducido a una situación en la que tenemos grandes
infraestructuras pero no hay dinero para pagar las investigaciones y
centros como el CSIC están pidiendo a sus trabajadores que ahorren en
papel o agua caliente. Invertir sin un horizonte estable produce
escenarios tan paradójicos como el que vivimos, con una flota de
trasatlánticos vacíos y laboratorios que cogen telarañas, mientras la
tripulación de investigadores se marchan con su conocimiento fuera de
España porque no hay dinero para apostar por ellos.”
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