jueves, 24 de febrero de 2011

Lo que la ley Sinde esconde

Fuente: Enrique Dans
 
El informe de la Comisión Nacional de la Competencia sobre las entidades de gestión de derechos de la propiedad intelectual en España es sin duda uno de los documentos más lúcidos que se han producido sobre el tema, y uno de los que generaron más reacciones encendidas de las entidades de gestión: en un solo día, crearon una asociación (una más) con un eurodiputado al frente para hacer lobby y defender sus intereses, y solicitaron la reprobación del presidente de dicha Comisión acusándolo de “oportunismo, falta de rigor, manejar datos inciertos y absoluta parcialidad”.
Detrás de ese informe se esconde el verdadero espíritu de la ley Sinde: una ley que, impulsada por una persona procedente de las entidades de gestión y a la que éstas auparon al frente del ministerio de Cultura, tiene como principal razón de ser prolongar el mayor tiempo posible el monopolio absoluto y omnímodo que dichas sociedades ostentan sobre la creación cultural en nuestro país, un monopolio en el que colaboran de manera entusiasta los políticos de PSOE, PP y CiU. Lo que Rick Falkvinge llama magistralmente Nothing new under the copyright-eclipsed sun.
Datos: veamos el ejemplo de una empresa de nueva creación – cuyo nombre obviamente debo ocultar – que monta un pequeño estudio de grabación y pequeño sello discográfico. ¿Qué recibe como contestación? Que su disco jamás sonará en ninguna emisora de radio de España si no cede los derechos (todos los derechos, incluyendo ahora los de los conciertos en directo, aunque ellos no lleven el management ni desempeñen trabajo real alguno) porque no tiene forma posible de ingresar en Promusicae y, de esta forma, acceder a ofrecer sus contenidos a la red RitmoNet. No hay ninguna posibilidad. Si la encuentras, te dicen, “es ilegal y os perseguiremos”.
¿Qué es RitmoNet? “R.i.t.m.o.” corresponde al acrónimo Red Interactiva de Transmisión de Música Online, y es, según su misma página define, “el sistema de distribución digital, a través de Internet, de contenidos promocionales de los productores de música, para las emisoras de radio, televisión y prensa especializada”. ¿No os habéis preguntado nunca de dónde sale la música que escucháis en la radio, en una época en la que las ventas de plástico ya no representan en modo alguno una medida válida de popularidad? En realidad, esas listas siempre han estado manipuladas: jamás pretendieron reflejar las ventas, sino lo que se quiere que venda. Su control, manipulación y explotación ofrecen enormes réditos económicos, y está detrás de los beneficios de las grandes discográficas. El truco es claro: si quieres distribuir tu música en Ritmonet para llegar a las emisoras de radio, tienes que ser socio de Promusicae. RitmoNet no es un servicio que puedas contratar o pagar de ninguna manera, hay que estar en Promusicae. Pero solo puedes ser socio de Promusicae cuando tengas muchas referencias editadas y tu facturación con SGAE sea elevadísima. La solución, claro, es ceder tus derechos a un socio de Promusicae. Una sociedad que con la ley Sinde pretende, simplemente, perpetuar su monopolio ahora en la red, con iniciativas demenciales en Flash como “elportaldemusica.es“, que financiamos todos y del que hablamos hace tiempo.
Así se edifica y se perpetúa un monopolio anticompetitivo que permite mantener el negocio de las discográficas funcionando en pleno siglo XXI como si nada hubiese cambiado desde el XX. Si una discográfica pretende hacer otras cosas, ser más proactiva de cara a la red, etc., se encontrará con la imposibilidad de llegar a unos canales que las entidades de gestión controlan de manera férrea. Y no es el único ejemplo: ¿qué lleva a que sea tan difícil lanzar iniciativas que permitan distribuir películas en la red, si muchos directores y productores se muestran interesados en considerar Internet, como dice Álex de la Iglesia, no el futuro sino el presente? Sencillamente, que hay que negociar con EGEDA. Y que negociar con EGEDA es tan duro como lo es negociar con quien es el único con el que se puede negociar. Es lo que se llama un “tragala”: sólo existimos nosotros, y sin nosotros no eres nada, por tanto, firma aquí. Si lo que te piden a cambio no permite que seas rentable, qué le vamos a hacer… no lanzarás, o no vendrás a España (como es el caso de Netflix, pretendidamente disfrazado como “no vienen a España por la elevada piratería”… ¡mentira!: ¡no vienen a España por el abusivo precio de los derechos de autor!)
Además, no dejemos de considerar los síntomas más obvios y evidentes de la definición de un monopolio sujeto a prácticas predatorias: uno en el que el competidor principal – en este caso, el único, por decisión política – controla además los canales de distribución y otros medios que imposibilitan o dificultan en grado sumo la competencia. ¿Qué ocurre en el caso de EGEDA? Ah, ¿recordáis Filmotech? Es la iniciativa de distribución digital lanzada por la propia EGEDA, y financiada en gran medida con dinero publico. ¿Qué le interesa a EGEDA? Sencillamente, que Filmotech tenga cuanta menos competencia, mejor. Controlar completamente el mercado exhibidor en la red. De ahí la suma y exhaustiva dificultad que encuentran aquellos emprendedores que pretenden lanzarse a ese negocio. Y de ahí, por supuesto, las descargas: si no se permite la creación de un mercado competitivo, y las alternativas son únicamente las que provienen de una sociedad que de manera reiterada insulta y descalifica a los usuarios, los usuarios deciden descargarse sus contenidos al margen de dichas iniciativas. Y ahora, tras la ley Sinde, lo hacen además en muchos casos como un acto de militancia.
Eso, y nada más que eso, es lo que se esconde detrás de la ley Sinde. Una ley que esconde detrás la preservación por encima de todo de un monopolio predatorio, denunciado por un informe de una Comisión estatal, un informe serio que ahora acumula polvo en algún cajón. Cuando te plantees si las descargas son un problema o si haces bien o mal en descargar, aparta de ti falsos dilemas morales: lo que está detrás de la ley Sinde es esto. Así de sucio. Así de siniestro. Y para PSOE, PP y CiU, así de natural.
No lo olvides: nolesvotes.

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