Fuente: Ciencia Kanija
A unos 460 años luz de distancia en la
constelación de Centaurus, giraba un grueso disco de polvo alrededor de
una joven estrella llamada TYC 8241 2652 1, donde estaban surgiendo
planetas rocosos similares al nuestro. Luego, en menos de dos años, el
disco simplemente se desvaneció. Esta es una observación sin precedentes
de la que informan los astrónomos en un nuevo estudio publicado hoy.
Aún más intrigante: lo mismo puede haber sucedido en nuestro propio
Sistema Solar.
Nacido hace unos 10 millones de años,
el sistema TYC 8241 2652 1 se desarrollaba sin problemas antes de 2009.
Su disco circumestelar brillaba en la longitud de onda infrarroja de 10
micras, lo que indicaba que era cálido y estaba cerca de su estrella –
en el mismo tipo de región que, en la propia vecindad de nuestro Sol,
dio lugar al surgimiento de los planetas terrestres Mercurio, Venus, la
Tierra y Marte. Los datos infrarrojos revelaron que el polvo estaba a
unos 180°C y se situaba tan cerca de su estrella como Mercurio lo está
del Sol.
En enero de 2012, sin embargo, se había desvanecido casi toda la luz infrarroja del disco de polvo. “Nunca habíamos visto nada parecido anteriormente”, dice el astrónomo Carl Melis de la Universidad de California en San Diego. “Nos quedamos todos rascándonos la cabeza y preguntándonos qué demonios hicimos mal”. Pero posteriores observaciones con telescopios tanto infrarrojos como terrestres confirmaron el sorprendente descubrimiento, comenta: “El disco había desaparecido”.
Melis y sus colegas informan del misterio en la edición en línea de hoy de la revista Nature —
pero no saben qué lo ha provocado. “Es muy extraño”, dice. “No se ha
predicho jamás algo como esto”. Señala que no hay forma de que algo
pudiese eclipsar al disco de emisión infrarroja durante más de dos años,
dado que tal objeto tendría que ser inmenso. Además, la propia estrella
no se ha apagado.
Melis especula con que una colisión
anterior entre dos objetos que orbitaban la estrella – tal vez dos
grandes bloques de roca, dos asteroides o incluso dos planetas
–produjeron los granos de polvo que emitían la luz infrarroja. Entonces o
bien la luz de la estrella lanzó el polvo fuera del sistema planetario o
bien el polvo cayó hacia la estrella.
“Es un misterio verdaderamente
interesante”, dice el astrónomo Scott Kenyon del Centro
Harvard-Smithsonian para Astrofísica en Cambridge, Massachusetts, que no
estuvo involucrado en el equipo del descubrimiento. Las observaciones
ciertamente parecen correctas. Es asombroso que el polvo de uno de estos
discos se haya desvanecido con tanta rapidez. Es difícil saber
exactamente qué ha sucedido”.
“Esta es una visión completamente nueva
dentro de los violentos procesos que formaron la Luna y que puede que
estuviesen en marcha cuando se forman y dan sus primeros pasos los
planetas terrestres en otros sistemas planetarios”, añade el astrónomo
George Rieke de la Universidad de Arizona en Tucson. Rieke dice que el
descubrimiento muestra lo que sucede después la colisión de los miembros
de un sistema planetario recién nacido. Su equipo recientemente
encontró una atenuación infrarroja más suave en dos estrellas algo más
viejas, lo que indica que puede que eventos similares estén teniendo
lugar en otros lugares.
El descubrimiento puede dar pistas de la
violencia que rodeó a la formación de la Tierra. En particular, la
Tierra es el único planeta terrestre conocido con una gran luna, cuyas
mareas pudieron ayudar al avance de la vida empujándola del mar a la
tierra; pero nadie sabe cuántos planetas similares a la Tierra tienen
grandes satélites. La Luna surgió cuando un objeto del tamaño de Marte
impactó en nuestro planeta, una colisión que presumiblemente expulsó una
gran cantidad de polvo al espacio. Las nuevas observaciones sugieren
que este polvo podría haber desaparecido con rapidez.
Sin embargo, con un único disco de polvo
desvaneciéndose observado, Melis no sabe lo común que es este fenómeno.
Por lo que su equipo planea monitorizar no solo esta estrella, sino
otras similares. “Tenemos que esperar y ver si podemos detectar otra”,
comenta.
Autor: Ken Crosswell
Fecha Original: 4 de julio de 2012
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