Fuente: Francis (th)E mule
El modelo estándar de la física de partículas describe el universo
como campos cuánticos en interacción. Numerosas extensiones
teóricas predicen la existencia de interacciones espín-espín de largo
alcance mediadas por impartículas o por bosones axiales de espín uno.
Hunter et al. han propuesto en Science usar la Tierra como
fuente de espines polarizados en interacción para determinar los límites
máximos a estas interacciones. Resultados geoquímicos y geofísicos
recientes, junto a medidas realizadas en tres laboratorios, les permiten
estimar la señal que se espera poder medir en el campo de los
geoelectrones polarizados en espín del manto de la Tierra (los espines
corresponden a los electrones de los minerales que contienen hierro en
el manto). Estudiar cómo cambian las interacciones espín-espín conforme
cambian la posición geográfica y la orientación del aparato de medida
permitirá obtener límites superiores mucho más bajos que los que
permiten los experimentos en laboratorio actuales para estas
interacciones espín-espín exóticas. El artículo técnico es Larry Hunter,
Joel Gordon, Stephen Peck, Daniel Ang, Jung-Fu Lin, “Using the Earth as
a Polarized Electron Source to Search for Long-Range Spin-Spin
Interactions,” Science 339: 928-932, 22 Feb 2013.
Ramsey realizó en 1979 el primer experimento que buscó acoplos
espín-espín anómalos. Desde entonces se han realizado otros experimentos
que han permitido poner límites bastante estrictos para este tipo de
interacciones a corto alcance. Sin embargo, los límites para
interacciones de largo alcance (λ > ~1 m) son pobres. Hunter et al.
proponen aprovechar que hay unos ~1049 espines de electrones
no apareados en la Tierra. En promedio, alrededor de un electrón de cada
diez millones estará polarizado antiparalelo al campo magnético de la
Tierra, luego hay unos 1042 electrones polarizados en el campo terrestre. En laboratorio se suele trabajar con entre ~1022 y ~1025 electrones polarizados. Por tanto, el número de geoelectrones polarizados es al menos 1017 veces
mayor que el que se puede utilizar en un laboratorio. Más aún, en
laboratorio se pueden utilizar fuentes de espines separadas de los
detectores unas decenas de centímetros, mientras que utilizando
geoelectrones se pueden alcanzar distancias de varios miles de
kilómetros. Todo parecen ventajas, sin embargo, usar la Tierra sólo es
interesante para potenciales de interacción anómala espín-espín que
decaigan “lentamente” con la distancia, como 1/rn, con
1<n<2. Para estos potenciales, el uso de los geoelectrones
incrementa la sensibilidad en al menos unos siete órdenes de magnitud
parra la misma distancia. La mayor desventaja de las interacción entre
espines en la Tierra es que no se puede modular (controlar) la fuente de
espines y hay que confiar en el conocimiento actual de los campos
geomagnéticos y del comportamiento de los espines de los electrones en
el manto terrestre.
Habrá que estar al tanto de los avances en este tipo de estudios.