Los sistemas de predicción de tormentas geomagnéticas fuertes pueden alertar de su llegada con una antelación entre 10 y 60 minutos de antelación gracias a la sonda espacial ACE (Advanced Composition Explorer) de la NASA y con una antelación de unas 6 horas gracias al observatorio STEREO (Solar Terrestrial Relations Observatory) también de la NASA. Sin embargo, hay que mejorar estos pronósticos, ya que su fiabilidad a más largo tiempo es bastante baja. Todos recordamos la falsa alarma de marzo de 2012, cuando se predijo con una antelación de 18 horas una fuerte tormenta geomagnética que al final se quedó solo en un susto.
Los modelos de ordenador para predecir las tormentas geomagnéticas están todavía en su infancia. Entender cómo las eyecciones de masa coronal se propagan por el espacio interplanetario, inyectan energía en la magnetosfera de la Tierra y cómo afecta la tormenta geomagnética resultante a la composición, las temperaturas y las velocidades de la parte alta de la atmósfera todavía está lejos. Los modelos actuales simplifican mucho toda la complejidad de la física implicada en estos fenómenos en aras a una mayor eficiencia computacional. Bajo estas restricciones el poder predictivo de los modelos es muy limitado.
Por todo ello es importante que la industria de la generación y transporte de la energía eléctrica sea consciente de la amenaza que suponen las tormentas geomagnéticas (como la de 1989 en Quebec) y tome medidas para evitar o al menos minimizar sus consecuencias. Un diseño más adecuado de las redes de transporte de la energía eléctrica puede lograr que sean mucho más robustas ante fluctuaciones de potencia y mediante el uso de suficientes generadores de reserva se podría capear en gran medida los efectos de la tormenta geomagnética. La industria de la aviación también tendría que tomar medidas. En la actualidad múltiples estudios están considerando cuáles son las medidas más rentables, tanto a priori como a posteriori.
Las tormentas geomagnéticas constituyen una seria amenaza a nuestra sociedad tecnológica y se requieren de fuertes inversiones en ciencia básica para avanzar en nuestro conocimiento sobre ellas. Sin esta ciencia básica será difícil que podamos predecir cuándo van a ocurrir y diseñar los sistemas de prevención que minimizarán sus consecuencias.
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